Características del fauvismo

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Manuel Álvarez Esteban
Romántico, en el sentido artístico de la palabra. En mi adolescencia tanto familiares como amigos me recordaban una y otra vez que era un humanista empedernido, pues pasaba el rato haciendo lo que quizás otros no tanto, creyéndome Bécquer, inmerso en mis propias fantasías artísticas, en libros y películas, deseando constantemente viajar y explorar mundo, admirado por mi pasado histórico y por las maravillosas producciones del ser humano. Por ello decidí estudiar Historia y simultanear con Historia del Arte, porque me parecía la manera más adecuada de llevar a cabo las habilidades y pasiones que me caracterizan: leer, escribir, viajar, investigar, conocer, dar a conocer, educar. La divulgación es otra de mis motivaciones, pues entiendo que no hay palabra que tenga valor real si no es porque haya sido transmitida con eficacia. Y con ello, tengo la determinación de que todo lo que haga en mi vida tenga un fin didáctico.

Aunque el impresionismo y el postimpresionismo suponen las primeras reacciones artísticas contra la tradición y el estricto academicismo, muchos historiadores consideran que el primer verdadero movimiento vanguardista es el fauvismo.

Características generales. El Salón de Otoño de 1905 y el origen del término ‘fauvismo’

Comienza a desarrollarse desde el Salón de Otoño de 1905, en el que artistas como Henri Matisse, Albert Marquese y Henri Manguin expusieron una serie de obras vibrantes, violentas por la pureza y los crontrasetes cromáticos, en las que el color era el principal protagonista.

La enorme trascendencia de este Salón de rechazados, como así llamaban a las exposiciones reaccionarias al margen de las oficiales y académicas de los Salones de París, hizo que a él le siguieran otros muchos «ismos» que conformarían lo que llamamos como vanguardias artísticas históricas.

El término fauvismo proviene de la emblemática frase que pronunció en aquel Salón el crítico Louis Vauxcelles al contemplar una escultura de Albert Marque expuesta en aquel Salón de Otoño: «¡Donatello en la jaula de las fieras!». La palabra «fiera», o ‘fauve’ en francés, simbolizaba perfectamente la agresividad y la fuerza que transmitían estas obras.

El fauvismo, si bien no estuvo formado por un grupo homogéneo (salvo durante el Salón de 1905) y su duración no sería muy larga, supondría para muchos artistas la mejor manera de acceder a la corriente vanguardista, a través de la exploración de las posibilidades del color. Muchos artistas experimentaron una fase inicial fauvista para luego desarrollar su propia experiencia vanguardista.

Ventana abierta, Henri Matisse, 1905, óleo sobre lienzo. Una de las pinturas exhibidas en el Salón de Otoño de 1905
Ventana abierta, Henri Matisse, 1905, óleo sobre lienzo. Una de las pinturas exhibidas en el Salón de Otoño de 1905

La autonomía del color y la concepción de la armonía en el fauvismo

Las características de esta reacción directa contra la tradición fueron muy bien explicadas por sus precursores, sobre todo Matisse en su obra Notas de un pintor de 1908. Los fauvistas fueron un poco más allá de la pintura postimpresionista, buscando la total autonomía del color.

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Si en el academicismo el color está sometido a las reglas de representación mimética de la naturaleza, es decir, una reproducción exacta de lo que nuestros sentidos perciben del entorno natural, en el fauvismo lo que se busca es que el color sirva de medio para canalizar la subjetividad del artista.

Esto supone eliminar los condicionantes cromáticos que limitan la capacidad expresiva del artista a aquello que se ve en la naturaleza, y sustituirlo por fuertes contrastes de colores puros y vivos, brillantes y vibrantes que reflejen su subjetividad.

Pero esto no implica un uso arbitrario de las gamas cromáticas, pues la pintura fauvista desarrolló su propio concepto de armonía y belleza. La armonía fauvista se basaba en los contrastes y oposiciones de colores complementarios, fríos y cálidos, oscuros y luminosos.

Lista de colores complementarios
Lista de colores complementarios

Si el color se alza como principal protagonista al servicio de la subjetividad del artista, las formas y la composición se tornan más sencillas, pues el principal fin es invocar en el espectador una experiencia sensorial a través de esos contrastes cromáticos.

Esta agresividad se expresa también a través de gruesas pinceladas aplicadas de forma violenta, que en muchos casos recuerdan a obras de Van Gogh como La noche estrellada o Café nocturno.  La temática fue muy diversa, con una estrecha relación con la pintura al aire libre practicada en el impresionismo y sucesivos.

La pintura fauvista: Henri Matisse (1869-1954).

El fauvismo se desarrolló sobre todo en la pintura. Aunque algunos expertos hablan de una escultura fauvista, el arte pictórico sirvió como medio idóneo para canalizar el protagonismo del color.

La figura de la pintura fauvista por excelencia es el ya mencionado Matisse y su trayectoria representa a la perfección la evolución hacia la autonomía del color.

El pintor francés nacido en 1869, desarrolló en sus orígenes una pintura mucho más tenue, más cercana a lo impresionista, que la que realizaría en los primeros años del siglo XX.

Los bodegones y naturalezas muertas de Cézzane y el movimiento en las pinceladas propio de Van Gogh serían las principales influencias en esta etapa temprana, con obras como Jarrón de girasoles, que recuerdan en cierta medida a los del pintor holandés, por sus formas desdibujadas, tónica que seguirá luego en su etapa fauvista.

Jarrón con girasoles, Henri Matisse, 1898-99, óleo sobre lienzo. La influencia de Van Gogh es más que evidente en esta obra.
Jarrón con girasoles, Henri Matisse, 1898-99, óleo sobre lienzo. La influencia de Van Gogh es más que evidente en esta obra.

Así mismo, la Mujer leyendo de 1894 destaca por su barroquismo en la gama cromática de marrones y verdes, en un concepto mucho más cercano a lo que gustaba entre la burguesía. En esta obra se puede ver un tratamiento mucho más definido del dibujo y una composición mucho más racional que lo que haría años después.

Es destacable el halo de misterio que envuelve la obra a través de la mujer sentada de espaldas al espectador, cuyo rostro desconocemos. La aplicación del color recuerda un poco al puntillismo neoimpresionista, sobre todo en el relleno de las paredes y el vestido negro de la mujer.

Mujer leyendo, Henri Matisse, 1984, óleo sobre lienzo. La etapa inicial de Matisse dista mucho de la fiereza cromática de su etapa fauvista.
Mujer leyendo, Henri Matisse, 1984, óleo sobre lienzo. La etapa inicial de Matisse dista mucho de la fiereza cromática de su etapa fauvista.

Hacia 1900, su pintura se vuelve mucho más cromática, rica en contraposiciones de colores. Con Vajilla sobre una mesa de 1900, que podría ser la obra visagra entre lo impresionista y lo fauvista, comienza a otorgar más importancia al contraste de colores. El Salón de 1905 fue la catapulta para que su arte fuese reconocido, aunque sólo fuera por una minoría.  

Y serán las obras allí expuestas las que determinarán las directrices del movimiento fauvista, así como la concepción armónica y autónoma del contraste de colores y la desfiguración de las formas.

El efecto visual que Matisse refleja en sus obras es el mosaico de colores, que consigue con el contraste entre rojos y verdes, violetas y amarillos. En los retratos, como Retrato de la raya verde (1905), lo que prima no es la tridimensionalidad y la representación de diferentes planos, sino la riqueza cromática.

Por ello, no se exime de utilizar los mismos colores en el personaje representado en primer plano que en el fondo del cuadro, con composiciones uniformes en dos dimensiones.

La raya verde, Henri Matisse, 1905, óleo y témpera sobre lienzo.
La raya verde, Henri Matisse, 1905, óleo y témpera sobre lienzo.

En los paisajes exteriores y en los cuadros con temática de la ventana, también aplica el carácter plano de la perspectiva, fundiendo lo cercano con lo lejano, eliminando los volúmenes a favor del colorido. Son destacables obras como Ventana abierta (1905) o Ventana azul (1913).

De especial mención son los Paisajes de Colliure (1905), que constituye un auténtico tornado visual de contrastes cromáticos sin forma, ni espacio ni perspectiva, traspasando lo fauvista y rozando casi la abstracción.

Paisajes de Coillure, Henri Matisse, 1905, óleo sobre lienzo
Paisajes de Coillure, Henri Matisse, 1905, óleo sobre lienzo

Otro tema que rondó la cabeza de Matisse durante mucho tiempo era el desnudo al aire libre, de gran influencia impresionista. El desnudo exterior en Matisse se justifica por la música y el baile, con figuras anatómicas de gran simpleza, que bailan en un entorno nocturno poco definido. Por ejemplo, lo vemos en las dos emblemáticas versiones de El Baile de 1909 y 1910, o en Música de 1910.

El Baile, Henri Matisse, versión de 1910
El Baile, Henri Matisse, versión de 1910

Desde los años 20 a 40, Matisse empieza a colaborar con artistas franceses y de otras muchas nacionalidades. Experimenta, como muchos coetáneos vanguardistas, el eclecticismo de su arte.  Es decir, comienza a aplicar en su método artístico influencias de otros movimientos, técnicas y vanguardias. Por ejemplo en los últimos años de su carrera, su afán por buscar la síntesis, la supresión de líneas y formas, le lleva a desarrollar la técnica el collage, que aplica en su serie Jazz (1947).

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Aunque Matisse es el máximo exponencial del movimiento fauvista, no podemos concluir la pintura de esta vanguardia sin hacer referencia otros grandes pintores que aplicaron la teoría de la autonomía del color en sus obras. como hemos dicho, muchos artistas experimentaron primero el color fauvista para adentrarse después en otras experiencias vanguardistas.

André Derain (1880-1954).

Del reducto del Salón de 1905 podemos mencionar a André Derain y su Secado de las Velas (1905) o el Puente de Londres (1906).

El primero recuerda a la Impresión. Sol Naciente de Monet en lo líquida que resulta la pintura y en el uso del medio acuático y su reflejo para crear un ambiente desdibujado. Aplica los mismos métodos que Matisse en la contraposición de complementarios, combinando el entorno arquitectónico del puerto con un fondo natural.

Los personajes que circulan por el paseo marítimo carecen de personalización y retrato, pues lo que le interesa es el juego armónico multicolor y no la representación fidedigna de la naturaleza.

El secado de las velas, André Derain, 1905, óleo sobre lienzo
El secado de las velas, André Derain, 1905, óleo sobre lienzo
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1 comentario

  1. Super interesante tu posteo, realmente. Agradezco haber podido encontrar esta publicación y es realmente admirable el nivel de detalles con el que explicas. No conozco de arte, estoy haciendo un trabajo de investigación que me pidieron de donde estudio y me encanto la simpleza con la que lo explicaste. Mil gracias.

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