Espectacular exposición sobre los aztecas en Montreal

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Marcelo Ferrando Castro
Después de estudiar Historia en la Universidad y tras muchas pruebas previas, nació Red Historia, un proyecto que surgió como medio de divulgación en donde encontrar las noticias más importantes de arqueología, historia y humanidades, además de artículos de interés, curiosidades y mucho más. En definitiva, un punto de encuentro para todos en donde poder compartir información y continuar aprendiendo.
Máscara de mascara de Tláloc, una de las joyas de la exposición. Crédito: INAH.
Máscara de mascara de Tláloc, una de las joyas de la exposición. Crédito: INAH.

El Museo Arqueológico y de Historia de Montreal, Pointe-à-Callière, acoge la gran exposición internacional «Los aztecas, gente del sol» desde el pasado 30 de mayo hasta el próximo 25 de octubre de 2015.

Los visitantes tendrán la oportunidad única de conocer todo sobre la civilización que fundó la fabulosa ciudad de Tenochtitlan, capital del Imperio Azteca y el lugar donde fue construida México DF después de la conquista de los españoles en 1521 y descubrir el deslumbrante mundo del pueblo que reinó a lo largo del territorio de México y más allá, por más de dos siglos.

La exposición es iniciativa del Museo Arqueológico y de Historia de Montreal, Pinte-à-Callière, pero ha contado con la colaboración del Consejo Mexicano Nacional para la Cultura y las Artes-Instituto Nacional de Antropología e Historia, que ha prestado a Pointe-à-Callière cerca de 265 objetos de 16 museos mexicanos, incluyendo el Museo del Templo Mayor, un museo arqueológico similar al Pointe-à-Callière, y el Museo Nacional Mexicano de Antropología.

La tremenda variedad de objetos es espectacular: máscaras y estatuas, joyas de oro, figuras de mujeres, niños y animales, sellos para crear decoraciones en piel y telas, esculturas y objetos que relatan los sacrificios requeridos para mantener al Sol en sus rotaciones, baúles y cajas para ofrendas, jarrones y cerámicas, todo reflejos del entorno misterioso de esta civilización.

Lo más resaltable de la exposición de Montreal es que incluye algunos de los más extraordinarios restos de la civilización azteca. Dos estatuas de Templo Mayor, cada una de un peso de 250 kilos y una altura de 170 centímetros, que seguro fascinarán la imaginación de los visitantes.

También una estatua de terracota de un guerrero del águila, con afiladas garras saliendo de sus rodillas delanteras y traseras y un pico de águila en su cara que puede representar también el alza del Sol. Esta auténtica obra de arte fue encontrada en la Casa de las Águilas, cerca de Templo Mayor, y era usado para rituales. Por su parte, la estatua de terracota de Mictlantecuhlti muestra al dios de la muerte.

Otros de los objetos con espléndidos colores, como la vasija que caracteriza a Tlaloc, el dios de la lluvia, nos revela mucho del estilo de vida de los aztecas y sus divinidades. Esta vasija está considerada como una de las obras maestras del arte azteca y muestra al dios con su típico antifaz y sus colmillos, en su habitual color azul. La forma de las pirámides en su tocado hace referencia a las montañas donde los aztecas creían que Tlaloc almacenó el agua que más tarde caía como lluvia.

Tlaloc, dios de la lluvia.

Una máscara de madera con incrustaciones de concha, turquesas y nácar, es una de las escasas máscaras turquesas aztecas que ha sobrevivido. Puede que sea una referencia al dios Quetzalcóatl, cuya cara emerge de la boca de una serpiente. Esta pieza viene del Museo Nacional de Prehistoria y Etnografía Luigi Pigorini de Roma.

Una pieza cerámica con tres caras, adornada con trece gemas redondas, evoca los trece meses del sagrado calendario, es también un objeto imponente. Decoraba un brasero o una urna funeraria y mostraba las tres fases de la vida: en el centro, la juventud abriendo los ojos al mundo, seguido de una imagen de la vejez y luego la cara de la inexorable muerte con los ojos cerrados, siendo en su conjunto una metáfora del paso del tiempo. Esta obra sublime explica el principio del ciclo dual, de vital importancia en el pensamiento azteca, donde la vida significa reencarnación y muerte.

La exposición se centra en la fundación de Tenochtitlán, capital del Imperio Azteca, la vida cotidiana, el Templo Mayor y por supuesto la cuestión de los sacrificios humanos y los calendarios aztecas. También se presentan otros temas de su rica Historia: la migración azteca, guiada por el dios Huitzilopochtli, sus increíbles planificaciones urbanísticas y el terreno utilizado para esta «Venecia de México», el arte azteca de la guerra y los impuestos pagados por los pueblos conquistados, así como sus técnicas para la agricultura como las chinampas, ingeniosos jardines flotantes hacían que la ciudad fuera autosuficiente.

También se aborda el tema de la organización de la sociedad azteca con sus diferentes clases, que aborda el rol de la mujer, la educación o la administración de justicia. La escritura azteca y los famosos códices, manuscritos hechos de caracteres o pictogramas que muestran la lengua hablada, son examinados en profundidad. La religión, esencial y parte omnipresente de la sociedad azteca con sus diversas deidades y rituales, también tiene un importante lugar en la exposición.

Finalmente, la exposición cierra con una descripción de la conquista española y la caída del Imperio Azteca y el legado de que esta civilización en el presente.

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