La Campaña de Rusia de Napoleón

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Víctor Muñoz Fernández
Apasionado por la Historia, es licenciado en Periodismo y Comunicación Audiovisual. Desde pequeño le encantaba la Historia y acabó por explorar sobre todo los siglos XVIII, XIX y XX.

En 1811 se rompió la alianza formada entre Rusia y Francia, debido a los deseos del zar Alejandro I de conquistar Constantinopla y a la necesidad de lograr una aproximación a Gran Bretaña, enemiga de Rusia tras haberse unido ésta el bloqueo del comercio británico. Por tanto, Alejandro I exigió la evacuación de los ejércitos franceses de Prusia y Pomerania. Napoleón, sintiéndose traicionado, respondió con una declaración de guerra.

Retirada de los ejércitos napoleónicos de Rusia
Retirada de los ejércitos napoleónicos de Rusia

Así comenzó en 1812 la Campaña de Rusia. Napoleón movilizó a la Grand Armée, compuesta por 600.000 provenientes de todas las partes del Imperio que estaban dispuestos a luchar por Francia. Las tropas galas consiguieron buenos resultados al inicio de la contienda y fueron capaces de invadir el territorio ruso durante seis meses.

Sin embargo, una sucesión de problemas condicionaron el fracaso francés. Pero no sólo el ejército francés fracasó, sino también de todas aquellas naciones que alguna vez anhelaron invadir Rusia, como por ejemplo Hitler en la Segunda Guerra Mundial. Por un lado, la extensión territorial hacía casi imposible mantener el control sobre las zonas conquistadas. No era una labor tediosa porque los rusos fueran más numerosos, sino porque había que recorrer grandes distancias en un lugar bastante hostil, lo que facilitaba la labor defensiva rusa.

Por otro lado, estaba la heterogeneidad del ejército. Mucha gente lo conocía como el “Ejército de las Veinte Naciones”, lo que suponía un problema a la hora de luchar por objetivos comunes. Según los datos de la época, la nación con más efectivos dentro de la Grand Armeé no era Francia, sino Prusia. Posteriormente, tras el fracaso de esta acción militar, sería uno de los argumentos más utilizados por los dirigentes prusianos para rebelarse contra el dominio político del Imperio Napoleónico.

Y por último, estaba el hecho ineludible de la decadencia física de Napoleón, así como la ausencia de muchos de sus generales y mariscales. El emperador pensaba en realizar una guerra rápida y fulminante, que dejase sin capacidad de respuesta a los rusos. El 22 de junio de 1812, el ejército francés atravesó el Niemen y apenas encontró resistencia en las batallas de Smolensk, en agosto, y Borodino, en septiembre.

Parecía que tenía el camino libre hasta Moscú, pero lo cierto es que el general ruso Kutuzov realizó una táctica de “tierras quemadas” y evitó entablar “batallas decisivas”. De esta forma, las tropas napoleónicas quedaban desabastecidas y el ejército defensor no sufría bajas considerables.

En octubre, Napoleón entró en Moscú pero tan sólo encontró una ciudad en llamas, desprovista de cualquier tipo de alimento. Además, ese momento coincidió con la caída de las primeras nieves, así que ordenó la retirada de las tropas sin que estas hubieran podido alcanzar ninguno de sus objetivos.

El ejército francés debía llegar a Smolensk donde tenía sus reservas de abastecimientos, pero la huida fue terriblemente dura, ya que los rusos iniciaron un ataque el 23 de octubre en lo que se denominó “batalla de Maloiroslavets”. El balance fue horrible, cerca de 7.000 soldados perecieron.

Pero la situación para los supervivientes no fue mucho mejor, ya que el frío, alcanzando los 20 grados bajo cero, y la falta de alimento diezmaron las tropas. Tratando de sobrevivir, los soldados abandonaban municiones y armas, lo que les dejaba extremadamente vulnerables a ataques por parte de los defensores rusos.

La Campaña de Rusia se dio por terminada y Napoleón quedó en una situación muy delicada, pues fue vencido, no por un ejército, sino por el frío, el hambre, la miseria y el miedo. De los 614.000 soldados que partieron, sólo volvieron 50.000. Una masacre que le pasó factura a nivel nacional, mediante un intento de golpe de estado, y a nivel internacional, con la formación de la sexta coalición y el deseo de Prusia de separarse de la influencia francesa.

Fue la primera gran campaña que el estratega perdió y fue el inicio de la decadencia del Imperio Francés. El sentimiento nacional que habían tenido los rusos había vencido al espíritu invasor del “Ejército de las Veinte Naciones”.

Imagen: Dominio Público

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