‘La guerra por el Imperio de Alejandro Magno’, de Robin Waterfield

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Marcelo Ferrando Castro
Después de estudiar Historia en la Universidad y tras muchas pruebas previas, nació Red Historia, un proyecto que surgió como medio de divulgación en donde encontrar las noticias más importantes de arqueología, historia y humanidades, además de artículos de interés, curiosidades y mucho más. En definitiva, un punto de encuentro para todos en donde poder compartir información y continuar aprendiendo.

Tal como sucedieron las cosas, hasta el sanguinario Alejandro se habría sentido orgulloso del alcance de las ambiciones de aquellas personas, pues sumieron el mundo conocido en décadas de guerra”. A pesar de que hay muy pocos periodos en la historia comparables a las cuatro décadas que siguieron a la muerte de Alejandro Magno, las cuales fueron cuarenta años de verdaderas guerras mundiales que marcarían el devenir de la civilización occidental en los siglos venideros, ha habido muy pocas publicaciones que hagan referencia a esta época tan beligerante, hasta hoy.

'La guerra por el Imperio de Alejandro Magno', de Robin Waterfield
‘La guerra por el Imperio de Alejandro Magno’, de Robin Waterfield

El historiador británico Robin Waterfield ha realizado un minucioso trabajo de análisis y recolección de datos relevantes a esta singular y determinante etapa histórica, reuniéndolo todo en una interesante y original obra.

Este inglés, quien actualmente reside en una coqueta granja del Peloponeso, ha dedicado la mayor parte de su carrera a la traducción de clásicos. “Dividing the spoils. The war for Alexander the Great’s Empire”, cuyo título en lengua castellana ha sido traducido y reducido como “La guerra por el imperio de Alejandro Magno”, es un libro donde se presenta algo más que una lucha entre bandos por la legitimidad de un Imperio huérfano de sucesor, este periodo helenístico fue muy importante debido a la difusión de la cultura griega por todo el mundo conocido, además de que los griegos por su parte, ampliaron la concepción que tenían sobre el individuo, la política y el sentido de la vida en general.

Por todo ello, no se puede encasillar la obra de Waterfield como el típico libro de guerras y batallas ya que abarca muchos temas que al fin y al cabo compusieron todo el contexto histórico que él trata.

Las guerras de los Diádocos (sucesores de Alejandro Magno) comenzaron en el año 323 a.C. después de la muerte de Alejandro. La característica fundamental de estas guerras, a diferencias de sus predecesoras, es que lograron enfrentar a macedonios contra macedonios, es decir, a iguales contra iguales, ya que Macedonia era un estado unitario gobernado de manera centralizada por una monarquía, la dinastía Argéada.

Muchos fueron los aspirantes a ser los herederos del vasto Imperio de Alejandro. Estaba Heracles, hijo bastardo de éste y de su amante Bersine, que al morir su padre sólo contaba con cinco años de vida, Arrideo, hermano mayor del emperador e hijo legítimo de Filipo, su general Pérdicas a quien Alejandro le otorgó el anillo real antes de fallecer, el hijo de su mujer Roxana que todavía latía en su vientre, y varios más.

Pero no todos fueron hombres, hubo dos mujeres cuyas ansias de poder superaban incluso a las de los sucesores varones más ambiciosos, Olimpia madre de Alejandro Magno, y Adea Eurídice, esposa de Arrideo y medio pariente de Alejandro. Tantos eran los que lucharon por alzarse con la gloria del Imperio que después de diez años apenas quedaba vivo alguno de ellos, y los que aún respiraban, seguían combatiendo. Y es que la avidez por el triunfo pareció hacerse dueña de sus voluntades, tanto es así, que había quien acudía al campo de batalla pese a ser prácticamente anciano.

Durante el relato de las seis guerras de los Diádocos, al lector puede parecerle que ciertos pasajes se tornan complicados y difíciles de seguir. En todo caso, la complejidad pertenece a la época en cuestión, más que de la mano que la describe. Hubo demasiados protagonistas, demasiadas batallas y demasiados cambios de bandos, y eso siempre conduce a un hilo narrativo confuso, aunque no por ello menos veraz.

Por ello, el autor ha incluido en los anexos (para facilitar su entendimiento) una amplia bibliografía, una cronología ad hoc, un glosario de personajes y unos útiles árboles genealógicos.

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