Las guerras, otro enemigo de la arqueología

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Sabratha, en Libia.
Sabratha, en Libia.

Una de las peores cosas que pueden suceder en el mundo es una guerra, principalmente por los daños que ésta trae consigo, donde siempre fallecen miles de personas inocentes que se ven inmersas en un conflicto que nunca quisieron. Además de las víctimas personales otra cosa que sale muy mal parada es la historia, donde infinidad de lugares históricos se han visto convertidos a cenizas a causa de los proyectiles entre otros.

La ciudad de Alepo ha visto como muchos de sus tesoros históricos y arquitectónicos ya no existen a causa de la guerra, la cual no respeta absolutamente nada y gran parte del pasado de esa ciudad ya solo existe en imágenes y en los textos de los libros.

Lo mismo ocurre en muchos otros rincones del mundo como Libia, donde muchos restos históricos han dejado de existir. Savino di Lernia y otros arqueólogos de origen italiano habían estado estudiando gran parte de la prehistoria del país, exactamente en la meseta Messak en la zona suroeste, donde se encuentran algunos de los restos de arte rupestre más antiguos del mundo.

Debido a la escalada de violencia en el país, estos y muchos otros arqueólogos decidieron irse para buscar un lugar más seguro. En un principio se mostraron muy positivos y pensaron que toda esa barbarie cambiaría en poco tiempo pero la cosa va muy lenta y hoy en día el país sigue siendo un punto inestable en cuanto a paz se refiere.

Los arqueólogos esperan que las hostilidades finalicen pronto, pero no se quieren imaginar qué es lo que les espera en cuanto a trabajo de campo se refiere después de tantos y tantos enfrentamientos armados, considerado casi con total seguridad que muchos de los lugares que investigaron ya no existan, perdiéndose una valiosísima información sobre el ser humano en esta zona del mundo.

Se teme por la ciudad helénica de Cirene, calificada como un Patrimonio Mundial de la UNESCO o Ghadamés, una ciudad conocida como “La perla del desierto”, que en su momento fue refugio de romanos y bereberes entre otros pueblos. A ello hay que sumarle la gran cantidad de santuarios, tumbas y demás patrimonio cultural e histórico que estará reducido a cenizas con seguridad tras la guerra.

Libia, Siria, Egipto, Irak, Israel… muchos de estos países han sufrido, y sufren, las atrocidades de la guerra y las próximas generaciones no podrán disfrutar de muchas cosas, entre ellas la cultura y el legado histórico de pueblos que han vivido en esos países muchísimos siglos antes que nosotros.

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