Un equipo internacional de expertos ha realizado un estudio sobre dos de las plagas que más destructivas de la Historia de la humanidad: la plaga de Justiniano, que afectó al Imperio Bizantino a mediados del siglo VI y se extendió por numerosas zonas de Próximo Oriente, Asia, Europa y norte de África y la Peste Negra, que se saldó la vida de millones de personas en todo el mundo.
Los científicos han analizado las posibles relaciones entre las dos epidemias, llegando a la conclusión de que ambas comparten en su origen diferentes tipos del mismo agente patógeno. De acuerdo con las afirmaciones de Hendrik Poinar, director del McMaster Ancient DNA Centre (una institución dedicada a la investigación de numerosas cuestiones biológicas y moleculares desde la perspectiva histórica y paleontológica), existe la posibilidad de que un nuevo brote de la epidemia aparezca de nuevo en el futuro.
Poinar y los demás investigadores se cuestionan si realmente estas plagas se extinguieron completamente y aseguran que las respuestas a estos planteamientos permitirán un mejor entendimiento de la dinámica de las enfermedades infecciosas actuales. La plaga de Justiniano fue la causa de la muerte de entre 30 y 50 millones de personas, y la Peste Negra, 800 años más tarde, acabó con 50 millones de vidas de europeos sólo entre 1347 y 1351, reapareciendo de nuevo en el siglo XIX.
Analizando el ADN de dos víctimas de la plaga de Justiniano de un cementerio medieval de Baviera, han podido reconstruir el genoma más antiguo de Yersinia pestis, la bacteria causante de las enfermedades, y lo han contrastado con una base de datos de más de cien clases de virus. Los resultados apuntan que la cepa que originó el brote de Justiniano difiere de las causantes de la Peste Negra y demás epidemias relacionadas, por lo que se trataría en esencia de una misma bacteria común que evolucionó en diferentes linajes. Lo mismo ocurrió con una tercera pandemia, derivada de la Peste Negra, que se extendió desde Hong Kong a todo el mundo.
Como afirma Dave Wagner, otro de los participantes en el estudio, «sabemos que la bacteria Y. pestis se ha transmitido de roedores a humanos a lo largo de la historia y que aún existen reservas de la plaga en muchas partes del mundo. Si la plaga de Justiniano pudiera brotar entre la población humana, causaría una pandemia masiva, y luego desaparecería. Afortunadamente ahora contamos con antibióticos que podrían ser efectivos para tratar la plaga, lo que reduce las posibilidades de que se produzca otra pandemia a gran escala«.
Por su parte, Poinar no descarta la posibilidad de que se produzcan mutaciones de la bacteria que acaben siendo potencialmente peligrosas para los seres humanos, por ejemplo, si terminase siendo capaz de transmitirse por el aire acabaría con la vida de muchas personas en cuestión de horas. Además, advierte de que la peste es una enfermedad que todavía afecta a zonas tropicales y subtropicales, aunque un diagnóstico a tiempo evita complicaciones y permite un exitoso tratamiento.