Liberalismo económico, doctrina del capitalismo

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Víctor Muñoz Fernández
Apasionado por la Historia, es licenciado en Periodismo y Comunicación Audiovisual. Desde pequeño le encantaba la Historia y acabó por explorar sobre todo los siglos XVIII, XIX y XX.

El liberalismo económico es una doctrina del capitalismo que empezó a desarrollarse durante la Ilustración y que acabó siendo completada por Adam Smith y David Ricardo. Es una corriente que se opone al socialismo y al dirigismo, por lo que aboga por una mínima interferencia por parte del estado en las relaciones económicas que existen entre individuos, clases o naciones.

Adam Smith y David Ricardo en una caricatura de la época

Las base de esta doctrina es la obra “Causas y Consecuencias de la Riqueza de las Naciones”, escrita por Adam Smith. En dicho libro, Smith analizó desde un punto de vista filosófico las relaciones humanas y económicas. Destacó que la conducta de las personas se deriva del egoísmo, la conmiseración, el sentido de la propiedad, el deseo de ser libre, el hábito del trabajo y la tendencia al intercambio. Todos estos principios son los que acabó recogiendo la doctrina del liberalismo económico. También tomó como propia la frase francesa: “Laissez faire, laissez passer”, que había sido el lema de la Fisiocracia (Siglo XVIII en Francia).

La lucha de la burguesía por conseguir el derecho a la propiedad privada e individual acabó por consagrarse con el establecimiento de esta corriente económica. Sin embargo, los problemas sociales, tales como las desigualdades entre la clase burguesa y la clase proletaria, no fueron recogidos dentro de las teorías de Adam Smith. Estas reivindicaciones se adjuntaron al movimiento obrero (su máximos exponentes: el comunismo y el socialismo), siendo su principal impulsor Karl Marx, lo que creó una escisión y la contraposición de ambas clases y de las doctrinas que defendían.

El liberalismo económico también generó nuevas tendencias e ideologías políticas. Estas defendían que la autoridad del estado no es absoluta, sino que los ciudadanos deben conservar una parte de independencia frente a los poderes públicos. Sitúan al capitalismo como único sistema capaz de asegurar que cada persona pueda ejercer de forma libre todo aquello que quiera, lo que conduce a una capacidad de producción óptima, un crecimiento económico constante y a un estado del bienestar. Estas teorías se conocen como liberalismo intelectual y se oponen también al absolutismo y a todo tipo de sistemas que coarten la libertad del individuo. Debido al contexto en que surgió, la filosofía del Siglo de las Luces fue vital para dotarlo de significado.

A finales del siglo XVIII el liberalismo económico empezó a surgir en la mayor parte del panorama europeo. Poco a poco, conforme fueron creciendo los distintos mercados de bienes (tanto nacionales como mundiales) y se produjo el aumento de la industria y del comercio, así como de las inversiones, los gobiernos comenzaron a integrar medidas liberales en sus discursos. Así nacieron nuevas medidas como la libre circulación de productos, capital y trabajadores.

Frente a la doctrina de Smith se sitúan, no sólo las teorías comunistas y socialistas, sino también una corriente que desarrolló a finales del siglo XIX denominada “escuela neoclásica”. Estos nuevos economistas tildaban de imprecisas y poco rigurosas a las teorías de Adam Smith y del resto de pensadores de la economía clásica. También gran cantidad de corrientes critican al liberalismo económico por favorecer a las clases de la burguesía frente al proletariado. Sin embargo, el desarrollo industrial de los últimos siglos se debe, en gran medida, a la libertad que se le concedió por parte de las naciones a las distintas empresas.

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