Más información sobre los vampiros en Bulgaria

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Víctor Muñoz Fernández
Apasionado por la Historia, es licenciado en Periodismo y Comunicación Audiovisual. Desde pequeño le encantaba la Historia y acabó por explorar sobre todo los siglos XVIII, XIX y XX.

Hace unos días os comentábamos que arqueólogos búlgaros han descubierto dos cadáveres de ‘vampiros’ en las excavaciones llevadas a cabo cerca de un monasterio en la ciudad de Sozopol. Ambos cuerpos tienen más de 800 años y tienen sendas varas de hierro traspasándoles el pecho. Pero no son los únicos pues continúan descubriendo estos cadáveres en las continuas excavaciones.

Según el director del Museo Nacional de Bulgaria, Bozidhar Dimitrov, en los últimos años se han encontrado hasta 100 de estos cadáveres en el país: “Ilustran una práctica común en algunos pueblos de Bulgaria hasta la primera década del siglo XX”.

Encuentran más esqueletos de ‘vampiros’ en Bulgaria

Incluso hoy en día, los vampiros siguen siendo una amenaza muy real en la mente de los habitantes de algunas comunidades de Europa Oriental. Tanto es así que hasta suelen verse ajos y crucifijos por los pueblos, y exhuman cadáveres para luego clavarles una estaca en el corazón. Los arqueólogos han descubierto recientemente 3.000 tumbas checas en las que los cuerpos habían sido cargados de piedras para evitar que los muertos saliesen de sus tumbas.

La leyenda de los vampiros chupadores de sangre que se aprovechan de la carne de los vivos se remonta miles de años atrás y era común en muchas culturas antiguas, donde los cuentos de estas criaturas abundaban. El advenimiento del cristianismo alimentó aún más las leyendas de vampiros, puesto que se consideraban la antítesis de Cristo. Esos monstruos acecharían en las calles en busca de nuevas víctimas que se uniesen a su pasatiempo profano de chupar la sangre de los seres humanos y animales.

En la época medieval, cuando la Iglesia era omnipotente y la amenaza de la condenación eterna alentaba la superstición entre el campesinado afectado por la peste negra, el miedo a los vampiros estaba en todas partes. En algunos casos, los muertos eran enterrados con un ladrillo encajado en la boca para evitar que se levantase a comer a los que habían muerto por culpa de la peste.

Los registros muestran que en el siglo XII en la frontera escocesa, una mujer afirmó que estaba siendo aterrorizada por un sacerdote muerto que había sido enterrado en la abadía de Melrose sólo unos días antes. Cuando los monjes examinaron la tumba, confirmaron haber encontrado el cadáver cubierto de sangre fresca.

No obstante, el folclore vampírico en gran medida surgió en los países del Este y en Grecia. En estos lugares, a diferencia de Inglaterra, Alemania y los Estados Unidos, no había una tradición referente a las brujas, por lo que el vampiro se convirtió en un chivo expiatorio para todos los males de la comunidad.

Con la expansión del Imperio Austríaco, occidente recibió la historia de la remota aldea de Kisilova (Hungría). Según lo que se contaba, en 1725 los habitantes de dicho pueblo culpaban de una serie de muertes inexplicables a Peter Plogojowitz, un campesino que llevaba muerto y enterrado diez semanas.

Exigieron que el ataúd se abriese para asegurarse de que estaba muerto, pero la leyenda dice que cuando el provisor imperial austriaco accedió a estas peticiones, lo que encontraron fue un cadáver con sangre goteando de su boca, uñas que parecían garras, colmillos largos y una piel en perfecto estado. Los ciudadanos recurrieron a la tradición de clavarle una estaca en el corazón y luego incinerar sus restos.

En realidad, el horror que sentían estas personas derivaba de la ignorancia acerca de la descomposición del cuerpo humano. Las uñas y los dientes no crecen después de la muerte, sino que la piel y la carne se retraen, dando la impresión tener las uñas y los dientes incisivos anormalmente largos. La hinchazón es debida a los gases causados por la descomposición, dando al cuerpo la apariencia de que el fallecido ha estado disfrutando de una buena comida. Durante un tiempo, la piel también puede aparecer enrojecida después de la muerte y la sangre puede acumularse alrededor de las cavidades faciales.

En algunas áreas, los vampiros eran conocidos como «comedores de mortajas», ya que la tela que cubría la cara del cadáver al parecer había sido comida, dejando al descubierto unos feroces dientes. Pero, en realidad, las culpables de la disolución de la tela eran las bacterias de la boca.

Unos ocho años después de que el campesino Peter Plogojowitz se convirtiese en el cadáver más odiado del este de Europa, el London Journal publicó un artículo sobre “vampiros” en Madreyga (Hungría), en lo que fue probablemente el primer uso en inglés de esa palabra.

A partir de entonces, empezaron a surgir distintas leyendas y cuentos que se fueron redactando en varias obras. En 1819, el médico de Lord Byron, John Polidori, publicó su cuento, “El vampiro de la noche”, en el que un aristócrata tenía inclinación por beber la sangre de mujeres jóvenes.

Los vampiros, leyendas de interés general a lo largo de la Historia

Pero fue Bram Stoker quien refinó la historia con “Drácula”, publicada en 1897. La sed del aristócrata transilvano por la sangre de mujeres jóvenes era sólo comparable a su anhelo de sastrería fina. En 1920, se estrenó la obra de teatro en Londres y requirió la presencia de una enfermera para atender a los traumatizados miembros del público.

Pero el vampirismo no se ha limitado a los libros de historia. Un relato del siglo XX cuenta como un hombre en Grecia despertó de un coma en su propio funeral, la congregación pensó que era un vampiro y fue apedreado hasta la muerte.

En la década de los 60, un antropólogo registró cómo los residentes de mayor edad de una isla griega todavía podían recordar el asesinato del último vampiro. Y hace tan sólo ocho años, quedó claro que la creencia en los vampiros no ha desaparecido todavía en Rumania. En la remota aldea de Marotinul de Sus, el cuerpo de Petre Toma, un antiguo profesor, fue exhumado de su tumba, le sacaron el corazón y lo empalaron. Los seis hombres que excavaron el cuerpo de 76 años de edad rociaron el ataúd con ajo y quemaron el corazón para asegurarse de que el señor Toma no se pudiese levantarse de entre los muertos para beber su sangre.

Tras su detención, el líder de los hombres explicó en que habían actuado en beneficio del pueblo, porque el viejo profesor se había aparecido en los sueños de muchos aldeanos como un vampiro. La banda también insistió en que cuando retiraron el corazón de Toma, el cadáver dejó escapar un profundo suspiro.

A pesar de que las autoridades los encarcelaron por exhumación ilegal, muchos aldeanos los elogiaron por sus acciones. Para ellos, los vampiros no son un mito.

Imagen vampiro: Jean-no en Wikimedia

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