Mitología Griega: el mito de Orfeo

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Marcelo Ferrando Castro
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Orfeo era el hijo de Apolo y Calíope, aunque hay otros estudiosos que aseguran que realmente era el hijo de Eagro, el rey de Tracia. Orfeo era cantante y músico, con una capacidad increíble para conmover a todo ser vivo, tanto animales como personas, siendo ésta una de sus características principales.

Se dice que acompañó a Jasón y a los Argonautas en la búsqueda del Vellocino de Oro, pero también en muchas otras gestas como neutralizar el canto de las sirenas, quienes con sus cantos embelesaban a los marineros y les llevaban hacia la muerte, ahogándolos. Asimismo era requerido en muchas situaciones de pelea, donde con sus cantos conseguía apaciguar los ánimos.

Después del viaje con Jasón y los argonautas, Orfeo regresó a Tracia, lugar donde encontró a una ninfa llamada Eurídice, de la cual cayó completamente enamorado, y el sentimiento era recíproco. Con el paso del tiempo decidieron casarse y Orfeo invitó a Himeneo, dios del matrimonio.

El mismo día de la boda una serpiente venenosa mordió a Eurídice, provocándole la muerte, con lo que Orfeo, al no poder resistir tanto dolor, bajó al mundo de los muertos para pedirle personalmente a Hades, dios del inframundo, que se la devolviera, y lo hizo de la mejor manera que sabía, con sus cantos y melodías, lo que convenció a Hades, quien la dejó marchar con Orfeo con la condición de que no mirase hacia atrás cuando se fuera.

Eurídice y Orfeo estaban saliendo del inframundo, pero ella iba más lenta debido a la picadura de la serpiente y en un momento Orfeo miró hacia atrás y Eurídice se desvaneció. Orfeo no se lo podía creer y volvió a entrar, pero esta vez, Caronte, el barquero de la laguna estigia no le dejó pasar y tuvo que aceptar que la había perdido para siempre.

Orfeo regresó a Tracia y decidió que no quería saber nada más de mujeres, algo que no gustó nada a las Ménades, con quien había tenido relaciones en las fiestas en honor a Baco, quienes decidieron atacarle despechadas, consiguiendo despedazarle, aunque dejaron su cabeza intacta y la tiraron a un río, al Hebro, que se encargó de llevarla al mar y éste hasta la isla de Lesbos.

La lira de Orfeo se quedo en el cielo como constelación y su alma encontró a Eudírice en el mundo de los muertos y desde entonces pudieron estar juntos el tiempo que no pudieron estar unidos en vida.

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