Reseña de «Donde aúllan las colinas» de Francisco Narla

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Marcelo Ferrando Castro
Después de estudiar Historia en la Universidad y tras muchas pruebas previas, nació Red Historia, un proyecto que surgió como medio de divulgación en donde encontrar las noticias más importantes de arqueología, historia y humanidades, además de artículos de interés, curiosidades y mucho más. En definitiva, un punto de encuentro para todos en donde poder compartir información y continuar aprendiendo.
Portada "Donde aúllan las colinas", de Francisco Narla.
Portada «Donde aúllan las colinas», de Francisco Narla.

Hace unos días y gracias a la Agencia Literaria Albardonedo, hemos podido conocer la nueva obra de Francisco Narla «Donde aúllan las colinas» (Editorial Planeta, 2016), una novela situada entre los años 45 y 44 a.C. durante los últimos momentos del mandato de Julio César y su muerte a mano de los senadores.

Sin embargo, no es éste el centro de la trama sino que la obra nos traslada hasta la Hispania Romana, más precisamente entre los bosques de los montes de Galicia, lugar hasta el cual se desplazó un grupo de hombres de la confianza de Julio César (y él mismo) con el objetivo de encontrar oro, iniciando un viaje que nos llevará a atravesar los Alpes y finalizar en Roma.

De inicio, ofreciéndonos una visión idílica de los montes galaicos, nos adentramos en el dominio del gran lobo, uno de los personajes centrales de la obra (por no decir el principal) que nos trasladará por todo el libro a través de sus instintos, pensamientos y emociones, motivados todos por su ansia de venganza.

Todo comienza con el centurión Lucio Trebellio Máximo, hombre de máxima confianza de Julio César a quien el dictador le encomendó una misión fundamental para que éste pudiera hacerse con el máximo poder en Roma, y sus hombres Cainos, Píramo, Tito, Druso y Segios, quienes se hacen pasar por alimañeros ante una tribu hispana con quienes realizan un tato: ellos cazarían a los lobos que azotan a la aldea y a cambio les darían la información que buscaban.

Al iniciar la obra casi todos los lobos han sido cazados excepto una pareja, la que Cainos, el personaje hispano de los romanos, sabe que son totalmente diferentes a los demás. Logran capturar a la hembra pero el gran lobo escapa, un momento determinante para Cainos, que sabe que no se ha obtenido una victoria como creían sus compañeros incluyendo al mismo Julio César, sino que acababan de firmar su sentencia.

En ese momento comienza un viaje que contiene muchos momentos claves incluyendo reyertas con la tribu local a raíz de la aparición de su Druida y por supuesto, varios intentos por deshacerse del lobo, viaje que culminará en la misma Roma con un final que no os voy a desvelar.

Sí quiero resaltar especialmente un fragmento del libro en donde se ve de una forma clara, impactante y muy enternecedora si cabe, el pensamiento del lobo: su reacción la primera vez que ve el mar:

La franja de la playa se le hizo eterna al lobo.
Se olvidó de los cazadores. La indeleble marca del rastro en su memoria pareció difuminarse. Se le encorvó el espinazo. Se le despuntó el pellejo y le contestó a la bestia inmensa gruñéndole, retándola a atacar. No se arredró.
Y cayó una ola. Un estruendo como nunca había oído que deshizo la noche en añicos. Y el lobo se echó a la carrera. Ajeno al miedo. Listo para matar o morir.
Pero la arena húmeda lo detuvo. En cuanto la pisó, el pasmo lo sujetó. Quieto. Incrédulo. Con los ojos abiertos. No comprendía qué era aquel tremedal, diferente a todo.
Se le quedó a medias la dentellada salvaje que tenía preparada.
Y estaba mirándose las manos, que se enterraban en la huella de la marea, cuando se le echó encima la siguiente ola. Una bocaza salada que lo engulló con un revoltijo.
La mar lo masticó. Y lo escupió justo donde la marea se remetía bajo la arena de la playa. Con la pelambre chorreando desde mechones garrapiñados.
Calado. Despeluzado. Asomando los huesos bajo el pellejo empapado. Hecho un gurruño. Se levantó trastabillando. Preparado para contraatacar, rebañándose los belfos sobre los enormes colmillos. Y, apenas recompuesto, otra ola se le deshizo sobre las manos salpicándole copos de espuma.
Se le escapó un estornudo.
Tardo en reaccionar, preso del asombro.
Se le fueron relajando los hocicos. Se cortaron los alambres que le tensaban los cueros.
Y, de pronto, agachó los hombros, sacudió el rabo con inquietud, tendió las manos al frente. Preparado para jugar.
Se echó a correr persiguiendo las olas. Mordiendo los espumillones. Tascando las crestas que se pintaban de plata con los reflejos de la luna….
[…] Fue de nuevo un cachorro. Le cambió el rostro, se le abrieron los ojos. Tenía el semblante meloso de un lobezno que sale por primera vez de la madriguera…
[…] Jugaba a cazar el mar. Y el mar le seguía el juego.

Esto es sólo un extracto de un momento del libro, pero que quería rescatar por lo poético y emotivo, llevándonos a sentir de primera mano lo que el lobo está experimentando de forma puntual. Sensaciones éstas que aumentan cuando ya estamos enganchados a la lectura y no nos lo esperábamos. Y de éstas, hay varias más en la obra.

El gran lobo, protagonista central de "Donde aúllan las colinas".
El gran lobo, protagonista central de «Donde aúllan las colinas».

Narla ha sabido dotar de personalidad al lobo, como también lo hace con los demás personajes, siendo especialmente destacable (opinión personal) la de Cainos el Hispano, quien también es capaz de hacernos sentir en cada momento todo lo que pasa por su cabeza y a quien podríamos calificar de «antagonista» del lobo, al mismo tiempo que se muestra como el único capaz de comprenderlo totalmente. Son opuestos, pero tienen la misma forma de pensar.

En «Donde aúllan las colinas«, Narla nos muestra un muy rico léxico gallego centrándose especialmente en la descripción del lugar, fauna y flora, aunque sus guiños a la historia son continuos y perfectamente traídos en la novela, la que si bien no es histórica, tiene una gran ambientación de época impecable.

Esta obra es un giro en su carrera, en donde nos muestra un lado quizás más personas, y le posiciona como uno de los escritores más versátiles y talentosos de España, quien cosechó éxitos con «Assur» (2012) y «Ronin» (2013) y seguramente lo hará con «Donde aúllan las colinas«, convirtiéndolo en un referente de la novela histórica en nuestro país.

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