Vuelven los rumores sobre el cráneo de «Hobbit» hallado en Indonesia

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Marcelo Ferrando Castro
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Siguen las disputas sobre el cráneo de "Hobbit" hallado en Indonesia.
Siguen las disputas sobre el cráneo de «Hobbit» hallado en Indonesia.

Hace un año aproximadamente, el profesor Maciej Henneberg, de la Universidad de Adelaida, junto a un nutrido número de colegas, iniciaron un intenso debate sobre la evolución humana después de haber publicado diferentes estudios. Tanto Henneberg como sus colegas, han argumentado que el Homo floresiensis quizá más conocido como Hobbit descubierto en Indonesia, no eran una especie de homínido temprano.

Según diferentes estudios realizados se estima que puede ser un humano aunque con síndrome de Down. Han pasado más de 10 años desde el descubrimiento realizado por un equipo de indonesios y australianos en la isla indonesa de Flores y aún sigue dando mucho de lo que hablar.

En cambio, otros investigadores aluden a que el argumento del síndrome de Down no se sostiene sobre los estudios realizados sobre la mandíbula inferior, la cual tiene unas características óseas poco comunes. Los investigadores han argumentado que las mandíbulas pertenecen a algunos de los primeros homínidos, volviendo a generar una gran polémica sobre los resultados de otros estudios paralelos.

Ante estas hipótesis, el equipo de Henneberg, incluido él mismo, rechazan frontalmente estas afirmaciones, sosteniendo que esta clase de mandíbulas se encuentran muy a menudo entre los pueblos indígenas de Australia y Melanesia, por lo que hay un alto índice de probabilidades de que se trate de un humano moderno.

Para sostener estas afirmaciones ofrecen tres pruebas que demuestran que esta clase de mandíbulas son muy comunes entre los citados indígenas: dos estudios realizados con anterioridad y una fotografía de un yacimiento arqueológico en Australia conocido como Roonka, la cual tiene prácticamente las mismas características que las encontradas.

Uno de los estudios no ha sido publicado y no ha podido ser supervisado por expertos, lo que hace que carezca de un mínimo de calidad científica, por lo que no puede ser considerado como una prueba irrefutable, al menos hasta que haya sido supervisada. El otro estudio sí ha sido publicado pero a pesar de haber sido supervisada, no ha tenido muy buena aceptación y ha sido criticado con frecuencia.

Sin duda, nos encontramos con un tira y afloja del que parece que aún durará mucho tiempo y que tendrá que haber otras investigaciones y estudios más concienzudos que puedan determinar quién tiene razón en esta especie de disputa que se lleva teniendo tanto tiempo desde que se realizo este hallazgo que parece que trae en jaque a algunos de los expertos más destacados en este campo.

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