Entre el 600 al 1000 d.C., el imperio Wari poseía vastos territorios en el actual Perú, preguntándose los investigadores M. Elizabeth Grávalos y Patrick Ryan Williams, si la famosa cerámica de este imperio prehispánico era exportada desde su ciudad capital, o si se elaboraban de manera autónomo en cada localidad.
El estudio llegó a dos conclusiones, la primera que en algunas áreas del imperio los colonos imperiales, creaban en el sitio sus propios centros de producción de cerámica creando vasijas y otros objetos a la manera tradicional en los lugares colonizados.
La segunda conclusión es que en otras latitudes del imperio Wari, la cerámica buscaba recrear el estilo predominante de los wari, pero mezclándolo con las tradiciones de estas localidades.
Al poseer estas dos maneras de reproducir el estilo cerámico Wari, este imperio precolombino lograba una mayor adaptación, evitando ser vulnerable al solo contar con una cerámica importada de la capital o los centros predominantes.