Arqueólogos mexicanos hallan un cráneo de 500 años de un individuo decapitado

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Jaime Martínez
Actualmente estudio Periodismo y Comunicación Audiovisual en la Universidad Rey Juan Carlos, lo que me ha despertado inclinación por la sección internacional, incluida el estudio de idiomas. Por eso, no descarto dedicarme a la docencia. Asimismo me gusta practicar ejercicio físico y pasar un rato agradable charlando con mis conocidos y con gente nueva. Por último, disfruto viajando para conocer la cultura auténtica de cada región del mundo, aunque reconozco que antes necesito informarme lo más posible sobre el lugar que voy a visitar, para disfrutar la experiencia a fondo.

Los arqueólogos del Instituto Nacional de Arqueología e Historia (INAH) han hallado el cráneo de un individuo decapitado de hace más de 500 años en la Zona Arqueológica de Tlatelolco, parte de una pequeña ofrenda situado al pie del Gran Templo. Según el arqueólogo Salvador Guilliem, director del Proyecto Tlatelolco, estos restos óseos eran de un hombre adulto y fueron depositados encima de un recipiente. Ambos materiales fueron encontrados en la era de la construcción VII A del Gran Templo (entre 1500 y 1515 d.C.).

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El especialista de la INAH afirma que el hallazgo fue registrado en una primera fase de exploración arqueológica, por eso fue imposible determinar las dimensiones de la ofrenda, lo cual podría haber sido de consagración. Esto significaría que fue colocado aquí durante los rituales de preparación para la construcción del edificio. “Estamos delimitando el espacio para ver si la oblación se compone únicamente del cráneo y la recipiente, o si hay más restos”, declaró Guilliem. El experto añadió que deberían realizarse más estudios de antropología física.

Gracias a los dientes, se han determinado que es un adulto, probablemente un cautivo que fue decapitado. Según asegura Guilliem la exploración arqueológica consta de varias fases. La primera es la prospección, consistente en verificar las dimensiones del objeto en el contexto arqueológico; la segunda se basa en el registro de estos elementos, y la tercera es la clasificación taxonómica que permite observar las evidencias de forma más precisa.

El descubrimiento tuvo lugar después de que una conservadora a cargo de las labores de limpieza pertenecientes al Programa de Conservación de los Monumentos Arqueológicos en 2013, informó de algo parecido a un recipiente enterrado. Tras la inspección y labores de excavación, los arqueólogos Salvador Guilliem y Paola Silva encontraron una ofrenda cubierta con piedra caliza, que gracias a la lluvia pudo ser encontrada más fácilmente.

Paola Silva, responsable del mantenimiento de la Zona Arqueológica en Tlatelolco también certificó que con este, se han hallado 34 ofrendas e insistió en una cuidadosa exploración para evitar la pérdida de valiosa información. Ella declara que no puede disminuir los niveles de excavación rápidamente pues hay fragmentos de cerámica encontrados cerca de la ofrenda y que no saben si pertenecen a este objeto o a otro diferente; así que antes de retirarlos hay que analizar su ubicación y averiguar cómo llegaron hasta allí. Para ello hay que evaluar meticulosamente el contexto.

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