Biografía de Antonio López de Santa Anna, un héroe que jugaba con el poder

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Leopoldo Ágreda Lovera
Nací en Mérida, un estado andino de Venezuela pero me crié en Caracas la ciudad donde crecí, observando el Ávila y haciéndome las preguntas más importantes sobre la vida, la sociedad y el universo, rodeado de árboles y el sabor agridulce de toda gran ciudad. En el trayecto de mi vida, conocí las calles y sus gentes, las cuales me ayudaron a formarme un mejor criterio de la existencia humana y las ciencias sociales, para luego estudiar en la Universidad Central de Venezuela, donde me he formado como historiador y pensador social. La lectura es uno de mis grandes vínculos con el pasado y la esencia de la humanidad, ya que como dijo Descartes, leer es como tener una conversación con las grandes mentes de la historia; el ajedrez es otra de mis grandes pasiones, ya que me ha ayudado a desarrollar una mejor comprensión de la vida, que junto a la música, forman los tres pilares de mis gustos actuales. Soy familiar, amante de la naturaleza y los animales, porque en ellos ves la esencia de la filosofía y de Dios.

Una buena parte de la historia de Antonio López de Santa Anna se confunde con la historia de México, tal como sucede con varios grandes hombres del continente latinoamericano.

Santa Anna es reconocido por haber sido presidente de México en numerosas ocasiones, por su papel militar en la Guerra de Independencia, contra el Primer Imperio Mexicano y contra las ínfulas españolas de reconquista de 1829.

Varios laureles pueden atribuirse a Antonio López de Santa Anna, sin embargo, en toda aquilatada carrera política o militar, también hay espacio para amargas y grandes derrotas.

En este sentido, Santa Anna también podría ser recordado por ser el presidente mexicano que perdió el territorio de Texas, donde también se produjo la primera reunión entre presidentes de México y Estados Unidos.

Primeros años de Antonio López de Santa Anna.

Jalapa sería el lugar que vería el nacimiento Antonio López de Santa Anna, el 21 de febrero de 1794. Nacería de la unión entre Antonio López de Santa Anna y Pérez, su padre y notario de profesión, y su madre Manuela Pérez de Lebrón y Cortés.

Los padres de Antonio esperaban que su hijo tuviese una vida tranquila de aristócrata español en el Virreinato de Nueva España. Sin embargo, el espíritu de Antonio López de Santa Anna no era para actividades tranquilas y sería por esta razón que ingresaría muy joven al ejército del virreinato en 1810, manteniéndose en las filas realistas hasta el año de 1821.

Antonio López de Santa Anna y el Primer Imperio Mexicano.

Cuando en 1821 se creó el Ejército Trigarante entre los líderes Agustín de Iturbide y Vicente Guerrero, Antonio López de Santa Anna, que pertenecía al ala realista, se une a los independentistas y participa en los avances del ejército hasta que entran triunfantes en la Ciudad de México, sellando la Independencia mexicana.

Una vez terminada la dependencia del territorio del imperio español, era necesaria una nueva configuración política y fue así como se creó el Primer Imperio Mexicano, con Agustín de Iturbide a la cabeza, convertido en Agustín I.

La monarquía de Iturbide sería cuestionada por varios militares que lucharon contra el ejército español. Nadie se ponía de acuerdo en la mejor forma de gobierno y Antonio López de Santa Anna junto a personajes como Vicente Guerrero o Guadalupe Victoria, se levantaron en armas en el año 1822, para crear un gobierno republicano.

Una vez eliminada la figura de Iturbide e instaurada la Primera República Federal, Antonio López de Santa Anna sería el hombre más fuerte de México, unas veces actuando como la figura visible del poder como Presidente de la República; otras veces convertido en el poder detrás del poder, y otras veces luchando contra el poder para ejercer el poder.

Sería un período de aproximadamente 30 años en que Santa Anna actuaría de esta forma.

Antonio Santa Anna el hombre más fuerte de México.

En 1824 comenzaría el gobierno de Guadalupe Victoria, quien sería el primer presidente de México y el único de todo este período que terminaría su mandato.

Una vez que el gobierno de Victoria llegaba a su fin en 1829, el próximo presidente debía ser Manuel Gómez Pedraza quien había sido elegido para el siguiente cargo. No obstante, Santa Anna tendría otros planes.

Antonio López de Santa Anna sería el artífice que evitaría el nombramiento de Pedraza para favorecer el nombramiento de Vicente Guerrero, el cual detentaría la presidencia desde abril a diciembre de 1829, cuando por obra de Santa Anna sería apartado del cargo y convertido en un prófugo de la justicia.

Cuando Vicente Guerrero quedó fuera de la ecuación, Anastasio Bustamante sería nombrado presidente, pero solo duraría dos años (entre 1830 a 1832), ya que Santa Anna negociaría con él para que renunciara al cargo, siendo elegido Gómez Pedraza (entre 1832 a 1833), el mismo que no sería aceptado para nombrar a Vicente Guerrero.

Esta forma de hacer política sería una característica de Santa Anna y una ocasión para que los estudiosos de esta figura afirmen que no poseía una ideología política definida, sino que solo jugaba el juego del poder, aliándose con el bando vencedor o el que sería vencedor.

 Un hecho militar importante que sucedería durante la presidencia de Vicente Guerrero, sería cuando las fuerzas españolas lanzaron una operación de reconquista de México, siendo Santa Anna el encargado de hacerle frente, saliendo victorioso y estableciendo más fuerza y peso a su ya aquilatada figura política-militar.

Antonio López de Santa Anna, presidente de la república.

El primer gobierno oficial de Antonio López de Santa Anna fue en 1833 y, otra vez, mostraría los signos de un hombre sin ideología, suprimiendo para 1835 la República Federal y cambiando el rumbo a la república centralista, lo que causaría enormes consecuencias y una derrota importante para México y Santa Anna.

Antonio López de Santa Anna. Crédito: Dominio Público

Texas había sido un territorio deseado por los Estados Unidos de América desde hacia tiempo, y una vez que se proclamó la república centralista mexicana, Texas reclamaría su independencia, la cual sería apoyada y reconocida por los Estados Unidos de América, liderando Santa Anna los ejércitos mexicanos que buscarían reconquistar este territorio.

En 1836 sucederían dos batallas con finales legendarios. Primero, la gran victoria mexicana de Santa Anna en El Álamo, que cubriría de gloría su ya áurea figura.

Después, la humillante derrota de San Jacinto, que como reseñaría el propio Santa Anna tiempo después, se debió a un descuido personal, ubicando su comando de campaña a escasos 800 metros del enemigo, permitiéndose dormir una siesta, de la cual una vez que despertó, se encontrase  rodeado de estadounidenses con fusiles que le obligaron a firmar la pérdida de Texas, haciéndole a su vez prisionero.

En este marco se produjo la primera reunión de presidentes de ambos países, en enero de 1837, permitiéndole el presidente Jackson de Estados Unidos de América proporcionar una nave para que Santa Anna volviera a México.

Santa Anna, la guerra de los pasteles y la pierna perdida.

La guerra de los pasteles es una forma de llamar a la Primera Intervención Militar Francesa en el territorio mexicano, la cual sucedió durante el año de 1838 cuando varios comerciantes franceses denunciaron ante su gobierno una serie de abusos cometidos por varios funcionarios mexicanos, lo que terminó en una serie de reclamaciones por parte de Francia a México.

Una de estas denuncias fue realizada por el dueño de un establecimiento en Tacubaya, que señaló que varios oficiales de Santa Anna comieron pasteles y no los pagaron, pidiendo una indemnización que daría nombre a esta intervención de Francia.

La llegada de los buques de guerra sería en 1838, dando inicio a la batalla de San Juan de Ulúa, y extendiéndose luego a Veracruz, donde Antonio de Santa Anna se pondría al frente de los mexicanos que defendieron su suelo patrio.

En estas luchas, Santa Anna y sus hombres harían correr al enemigo para salvarse, pero en un disparo de cañón que permitió a los franceses evitar una masacre segura, Santa Anna perdería su pierna junto con algunos de sus dedos.

Este hecho daría pie a un episodio histriónico de Santa Anna, quien ordenaría que su pierna recibiera “cristiana sepultura” y fuese enterrada “con honores militares”.

Así se hizo y el General Santa Anna utilizaría de ahora en adelante una prótesis en su pierna, que tendría otro episodio trágicamente cómico varios años después.

Con esta victoria de México y el hecho de que Santa Anna parecía haberse redimido del desastre de San Jacinto, el General Santa Anna volvería a ser presidente de México en 1839, 1841 y 1844, usufructuando esta victoria contra la rechazada intervención.

A pesar de esto, el fantasma de San Jacinto volvería para atormentar a Santa Anna en 1843, cuando Estados Unidos de América nombrara a Texas como un estado de la Unión, provocando que se desligara de la vida pública, retirándose a La Habana viviendo en el exilio.

Guerra entre México y Estados Unidos de América.

El exilio de Santa Anna llegaría a su fin cuando el presidente Valentín Gómez Farías le pidiera que regresara a México para enfrentar a los estadounidenses. Santa Anna volvería, pero el ejército mexicano estaba en una serie desventaja contra los Estados Unidos.

Santa Anna. Crédito: Dominio Público.

Estrategias obsoletas, un ejército sin equipamiento óptimo y traiciones, fueron el caldo de cultivo para que Santa Anna protagonizara un nuevo desastre contra su vecino del norte.

Intentando hacer creer a los estadounidenses que se retiraría en Cerro Gordo en Veracruz, donde les aguardaba una emboscada, sufriría la traición de algunos de sus hombres, quienes mostraron a los estadounidenses el camino donde estaba Santa Anna, debiendo huir para salvar su vida.

Cuando la huida era inminente, los soldados estadounidenses capturaron varios enseres del General Santa Anna, entre ellos, una prótesis de su pierna, la cual fue considerada un botín de guerra que formó parte de las celebraciones del ejército vencedor.

Santa Anna saldría derrotado, pero también perdería México, quitándole los Estados Unidos de América la mitad de su territorio. Además de Texas, perderían California, Nuevo México, Arizona, Utah y Nevada.

Muerte política y sus últimos años.

Desde la derrota sufrida por Estados Unidos en 1847, Santa Anna tuvo que volver al exilio, regresando a México en 1853 para ejercer el poder por última vez. Sería una dictadura bajo el nombre de presidencia vitalicia y solo atendería al trato de “Su Alteza Serenísima”, otro episodio de Santa Anna cargado de su carácter histriónico característico.

En 1855 sería derrocado y obligado a exiliarse, volviendo cuando se instauró el Segundo Imperio Mexicano, debiendo partir y regresando cuando Lerdo de Tejada le permitió volver en 1874.

Dos años después de aquel último regreso a su patria, Antonio López de Santa Anna, que contaba con 82 años de edad, fallecería el día 21 de junio de 1876, olvidado por todos y con varios problemas de salud.

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