Biografía de Erasmo de Rotterdam, el erudito del siglo XVI

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Víctor Muñoz Fernández
Apasionado por la Historia, es licenciado en Periodismo y Comunicación Audiovisual. Desde pequeño le encantaba la Historia y acabó por explorar sobre todo los siglos XVIII, XIX y XX.

La vida de Erasmo de Rotterdam destacó por su aportación como humanista y sus críticas teológicas. Si bien es cierto que tenía tendencias reformistas, lo cierto es era más especial que Calvino, Lutero y Miguel Servet. El holandés odiaba ser reprimido, por eso se mostraba reacio frente a las autoridades, un rasgo característico que conservó toda su vida. Sus obras fueron vitales para la evolución intelectual europea de la época y sentarían las bases de las creencias posteriores. Nunca se posicionó claramente en ninguno de los bandos cristianos enfrentados.

Erasmo
Erasmo

Su infancia estuvo marcada por el hecho de haber nacido como hijo bastardo de un sacerdote el 28 de octubre de 1466, lo que causó que sus tutores le despojasen de toda su fortuna. Sin otra opción, Erasmo se ordenó monje en 1490. Entró a formar parte del convento de los agustinos de Steyn y llevó una vida muy agitada.

Gracias a sus estudios en París y en Inglaterra, Erasmo se nutrió de influencias provenientes del Renacimiento. Se doctoró en Artes en la Universidad de Bolonia y colaboró en Venecia con Aldo Manuccio, quien publicó sus “Adagios” en 1508, una obra que Erasmo había escrito durante su estancia en Gran Bretaña. Le ofrecieron trabajar como profesor en numerosas ocasiones pero él lo rechazaba argumentando que, aunque no ganaba mucho en la imprenta, era lo suficiente para seguir viviendo.

Se rodeó de círculos proclives a la Reforma y a las ideas que criticaban la opresión de la Iglesia. Erasmo fue dispensado de sus votos en Roma y estudió teología en Cambridge. Esto le permitió ser consejero de Carlos V y acabó por instalarse definitivamente en Basilea. Eligió esa ciudad porque era el sitio donde Reforma y catolicismo parecían tolerarse conforme a su idea de la comunidad humana.

Su obra literaria aunaba la fuerza satírica y el espíritu socrático. Con sus “Coloquios” en 1518 y con “Elogio de la locura” en 1511, mostró su preocupación didáctica. Aunque muchos pensaban que Erasmo iba contra la Iglesia, lo cierto es que el holandés estaba de acuerdo con la doctrina católica y con la forma de organización eclesiástica. Lo que quería combatir era la rutina, las supersticiones y la ignorancia. Por eso quería utilizar su formación universitaria para aclarar todas las cuestiones católicas. Su convicción era la de educar a la gente para que pudiesen dudar de la administración y de los asuntos públicos, tanto de la Iglesia como del gobierno.

En cuanto a su obra teológica, esta pertenece más a un moralista preocupado por la piedad concreta, que a un místico. Los títulos de “Manual del soldado cristiano” en 1504 e “Institución del principio cristiano” en 1515, dan buena muestra de ello. Además, Erasmo aplicó su visión crítica al Nuevo testamento, así como a sus prólogos. Este cambio constituyó una nueva teoría y una nueva interpretación de la teología humanista que revolucionó el panorama intelectual del siglo XVI.

Se relacionó con Lutero durante algunos años, pero acabó por romper con él y sus ideales. El motivo es que, tanto Lutero como el Papa, pedían que se posicionara a favor de uno de los dos y no comprendían que Erasmo quería permanecer completamente al margen. La prioridad del sabio holandés era la de mantener su libertad de pensamiento y su independencia individual e intelectual.

Esta disputa se mantuvo hasta los años finales de su vida, donde católicos y reformistas le acosaban constantemente. Puesto que Basilea dejó de ser un sitio neutral, Erasmo continuó su carrera en Friburgo. Estuvo varios años allí y publicó su última obra “Preparación para la muerte”. Finalmente en 1536, murió en Basilea, en lo que él consideraba su hogar. Dejó tras de sí un legado incomparable, causó una revolución intelectual en Europa y fue clave para los posteriores años. Una de sus frases pasaría a la posteridad y reflejaría su espíritu erudito: “Cuando tengo un poco de dinero, me compro libros. Si sobra algo, me compro ropa y comida”.

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