Biografía de Giuseppe Garibaldi, héroe en dos continentes

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Víctor Muñoz Fernández
Apasionado por la Historia, es licenciado en Periodismo y Comunicación Audiovisual. Desde pequeño le encantaba la Historia y acabó por explorar sobre todo los siglos XVIII, XIX y XX.

Si Prusia contó con Moltke para guiar a su ejército durante la unificación del siglo XIX, Piamonte tuvo a Giuseppe Garibaldi. Aunque la ayuda de ambos militares fue crucial, el modo de prestarla distó bastante. Moltke era un miembro del ejército prusiano, mientras que Garibaldi llegó a ir completamente por libre e, incluso, se enfrentó a Víctor Manuel II. Por sus expediciones en Sudamérica y sus éxitos en Europa, fue considerado un héroe a ambos lados del Atlántico.

retrato de giuseppe garibaldiLa vida del militar italiano comenzó el 4 de julio de 1807, día en el que nació en Niza, una ciudad que por aquellos entonces estaba en manos del reino de Piamonte. Con 20 años, Garibaldi formó parte de la tripulación del barco Cortese, un buque que realizaba rutas por el mar negro. Tan solo cinco años después, fue nombrado capitán de otro navío, el Clorinda, con el que viajó por la misma zona que con el Cortese hasta que fue asaltado por unos piratas turcos. Tras escapar malherido de este conflicto estuvo 6 años ausentes hasta que en 1833 volvió a Estambul. Fue en aquella ciudad donde empezó a realizar sus primeros discursos sobre la libertad.

En 1834, se unió al movimiento de la Joven Italia de Mazzini, jurando su vida a la defensa de la nación y logrando ser ascendido a Capitán en la armada de Piamonte. Garibaldi, fiel seguidor de los discursos liberales, participó en la insurrección que se produjo en el reino italiano y fue condenado a muerte, por lo que optó por huir a Brasil.

En Sudamérica se unió a las revueltas de Rio Grande do Sul en 1836, luchando contra el Imperio de Brasil y apoyando a las tropas de Bento Gonçalves da Silva. Su participación fue tan destacada, que posteriormente estuvo al servicio de Uruguay en 1841, donde mandó tropas contra Juan Manuel de Rosas.

Pero la llamada de su hogar fue demasiado grande, por lo que Garibaldi regresó a Italia en 1848 y formó un grupo de voluntarios para luchar en favor de la unidad italiana contra los austríacos y contra los franceses de Oudinot que asediaban la Roma republicana. Se convirtió en un héroe para el pueblo de Italia del norte pero tuvo que volver a exiliarse, debido a la persecución que franceses, españoles y napolitanos emprendieron contra él.

En 1854 volvió a Italia y adquirió la isla de Caprera. Fue adjunto del comandante de las tropas de la Liga italiana con quien preparó la insurrección en Umbría y en las Marcas en 1859. Viendo el éxito de la guerra de las Siete Semanas en cuanto a resultados (ya que en victorias fue muy relativo), Garibaldi fijó su objetivo en el sur de la península itálica. Lideró una expedición de tropas, llamados los Mil Camisas Rojas, y expulsó a los Borbones de Sicilia y de Nápoles en 1860.

Esta acción no le gustó al Presidente del Consejo de Ministros de Piamonte, el conde de Cavour, ni tampoco a Víctor Manuel II, quienes intentaron frenarle por todos los medios. Garibaldi los ignoró y se proclamó dictador de ambos territorios, a la vez que negaba su anexión al reino de Piamonte, frenando en seco las aspiraciones del rey transalpino.

Aunque las intenciones de Garibaldi eran las de unir un reino italiano cuya capital estuviese en Roma, el 26 de octubre de 1860 reconoció a Víctor Manuel II como rey de Italia. Tan solo un año más tarde, combatió contra las tropas pontificias y francesas desplegadas en los Estados Pontificios. Aunque perdió la batalla de Aspromonte en 1862 y la de en Mentana en 1867, sus acciones facilitaron la conquista de Roma por parte del ejército de Cavour y el rey italiano.

En 1871 regresó al frente, interviniendo en la batalla de la ciudad de Dijon y ayudando a la recién creada República Francesa. Posteriormente, en 1875, fue elegido diputado del parlamento italiano, cargo del que acabaría dimitiendo debido a que no se cumplían sus aspiraciones republicanas. Los últimos años de su vida los pasó en la isla de Caprera, donde murió el 2 de junio de 1882. Tras de sí dejó una leyenda, siendo considerado un héroe tanto en Europa como en América, así como uno de los mayores defensores de la libertad en ambos continentes.

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