Biografía de Jean-Jacques Rousseau

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Víctor Muñoz Fernández
Apasionado por la Historia, es licenciado en Periodismo y Comunicación Audiovisual. Desde pequeño le encantaba la Historia y acabó por explorar sobre todo los siglos XVIII, XIX y XX.

Jean-Jacques Rousseau fue uno de los filósofos y escritores más destacados de la Ilustración.

Aunque tuvo sus más y sus menos con otros autores, como Voltaire, lo cierto es que sus teorías inspirarían el nacimiento de una nueva concepción artística: el romanticismo.

Sus escritos serían la base de una nueva sociedad que permanecería hasta el siglo XIX.

Vida de Rousseau

Rousseau filosofo ilustracion
Jean-Jacques Rousseau

Contra la creencia común de ser francés, nació en Ginebra (Suiza) en 1712. Debido a que su padre se vio obligado a exiliarse, Rousseau vivió con sus tíos.

En 1725 trabajó como aprendiz de relojero y, al poco, empezó a aprender el oficio de grabador.

A los 16 años de edad huyó de su ciudad natal hasta que se estableció en Annecy.

Allí fue tutelado por Madame de Warens, una aristócrata suiza ilustrada que le aportó grandes conocimientos y le incentivó en su aprendizaje musical.

En 1741 se marchó a París, donde frecuentó diversos salones nobiliarios y trabó amistad con Condillac y Diderot, quien le encargó artículos de música para la Enciclopedia.

Por esa época, también inició sus relaciones con Thérèse Levasseur, una modista con quien tendría cinco hijos pero que daría en hospicio. Además, amplió su círculo de contactos y conoció a destacados pensadores como Voltaire, D’Alembert y Rameau.

Obras de Rousseau

Gracias a su “Discurso sobre las ciencias y las artes” (1750) ganó un concurso de la Academia Francesa de Dijon.

En el escrito, Rousseau daba respuesta a la pregunta de si el restablecimiento de las ciencias y de las artes había contribuido a depurar las costumbres.

Según el intelectual suizo, las ciencias y las artes no habían contribuido a depurar las costumbres, ya que las consideraba como una decadencia cultural.

Esto le lanzó a la fama y marcó el comienzo de su carrera literaria. Convertido de nuevo en ciudadano suizo, se volcó en su vida como autor.

Primero escribió el “Discurso sobre la desigualdad entre los hombres” en 1755, donde formuló su célebre tesis del “noble salvaje”, a la vez que atacaba la maldad y la corrupción de la humanidad civilizada.

Su siguiente obra fue la “Carta a D’Alembert sobre los espectáculos” en 1758, en la que condenó el teatro como fuente de inmoralidad.

También realizó varios escritos narrativos, como la novela “Julia, o la nueva Eloísa” en 1761. Esta obra introdujo en la literatura francesa la descripción evocadora de la naturaleza y la exaltación de los sentimientos sencillos.

Un año más tarde, en 1762, escribió “Emilio, o De la educación”, donde planteó el problema de la educación desde nuevas bases.

El contrato social

De ese mismo año data asimismo lo que puede considerarse la obra cumbre de su pensamiento político: “El contrato social”, que inspiró la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano.

Ambos títulos causaron un gran revuelo en la sociedad de la época y lo hicieron tremendamente impopular, hasta el punto que tuvo que abandonar Francia.

Regresó durante poco tiempo a Suiza para acabar mudándose a Inglaterra con su amigo Hume en 1765. Allí permaneció hasta que le permitieron volver a Francia.

«Emilio, o de la Educación»

En sus últimos años, debido a una prohibición de seguir teorizando, escribió sobre todo obras de carácter personal e intimista como son las “Confesiones”. Estas eran una especie de autobiografía novelada escrita entre 1765 y 1770.

También realizó “Rousseau, juez de Jean-Jaques” y las “Meditaciones de un paseante solitario”, un repaso en el que intentaba defenderse de la creciente hostilidad de los enciclopedistas hacia su persona.

Pero aún con todo, las presiones y los ataques, en especial los de Voltaire, le apartaron de la vida pública y se aisló de la fama en Ermenonville (Francia).

Allí falleció de un paro cardíaco el 2 de julio de 1778.

La influencia de Rousseau

Aunque fue cuestionado por sus contemporáneos, la influencia de Rousseau en la literatura posterior fue decisiva. Su afirmación del yo y de los sentimientos frente a la razón, sentó las bases del romanticismo posterior.

También influyó en la concepción de la religiosidad, cimentada en la relación directa entre el creyente y el Ser supremo dentro del marco de la naturaleza.

Su culto a la sinceridad como tema literario, su estilo evocador e impregnado de lirismo, y el carácter acentuadamente autobiográfico de buena parte de su obra, le conceden el honor de ser uno de los escritores más importantes del siglo XVIII de todo el mundo y una de las personalidades que dejaron sentir su influencia durante todo el siglo XIX. 

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