Biografía de Pablo I de Rusia, el zar más excéntrico

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Víctor Muñoz Fernández
Apasionado por la Historia, es licenciado en Periodismo y Comunicación Audiovisual. Desde pequeño le encantaba la Historia y acabó por explorar sobre todo los siglos XVIII, XIX y XX.

Pablo I fue una figura bastante detestada dentro de la familia de los Romanov. En un principio, era un joven prometedor, pero las paranoias que tenía respecto a una posible traición sobre su persona hicieron que su madre perdiese la fe en él y lo apartase de los asuntos de estado. Cuando llegó a ser zar, su política exterior fue volátil y su política interior le acabó costando la muerte, pues se ganó el odio de la nobleza. En general, pasaría a la historia por ser uno de los zares más excéntricos que tuvo Rusia.

Zar Pablo I de Rusia
Zar Pablo I de Rusia

Nació en San Petersburgo el 1 de octubre de 1754, siendo el único hijo de Catalina II. Sin embargo, no fue su madre quien le educó, sino la emperatriz Isabel. Quizás es por eso que su progenitora no le tuvo demasiada estima. En cualquier caso, el joven Pablo era muy inteligente y atractivo pero perdió esta última cualidad en un ataque de tifus en 1771. Su educación corrió a cargo de Nikita Ivánovich Panin, antiguo mentor de Catalina.

En 1773, su madre le casó con Guillermina de Hesse-Darmstadt con el fin de mejorar las relaciones con Prusia. Pero esta falleció durante un parto, así que Catalina II le buscó otra esposa, Sofía Dorotea de Württemberg. La zarina le permitió acceder al Consejo para instruirle en sus futuras labores como emperador, pero Pablo se mostró extremadamente reacio y empezó a participar en intrigas contra su madre. El motivo es que creía que era el blanco de un asesinato orquestado por ella para que nunca llegase a gobernar.

Las consecuencias de estas tensiones fueron que Catalina II apartó definitivamente a Pablo del Consejo y que lo distanció del poder. La idea de la zarina era la de designar como su sucesor a su nieto, el futuro Alejandro I, así que mantuvo alejado a Pablo de los asuntos públicos. No obstante, cuando murió el 17 de noviembre de 1796, Pablo I fue proclamado zar y empezó a desprestigiar a su madre.

Durante los primeros años de mandato, el zar cambió muchas de las reformas que había emprendido su progenitora. Muchos de los asesores y consejeros de la antigua zarina fueron acusados de “jacobinismo” y expulsó a personas que llevaban “un estilo parisino” o leían literatura francesa. Este sentimiento anti-francés surgió debido al temor que tenía de que alguien realizase una revuelta contra él que le costase la vida. De hecho, uno de los grandes generales del ejército, Aleksandr Suvórov, fue apartado completamente de las tareas militares.

En la Expedición de Egipto, Pablo I obtuvo de los otomanos el derecho de hacer pasar una flota rusa por los Estrechos en 1798, y ocupó las Islas Jónicas. Además, para ganarse el apoyo de las potencias absolutistas europeas, se unió a la segunda coalición. Pero, defraudado por sus aliados austríacos y británicos, se aproximó a la política de Francia en 1800.

Este cambio de mentalidad, sumado a la gran cantidad de excentricidades que tenía, provocó que la aristocracia orquestase un plan para derrocarlo. Pablo I sometió a los nobles rusos a sus caprichos, como por ejemplo que se inscribieran en una orden de caballería que él mismo había creado, y potenció las políticas de castigo corporal a aquellos que le llevasen la contraria.

Por estos motivos, la nobleza decidió actuar y asesinaron al zar el 11 de marzo de 1801 mientras dormía en el Castillo de San Miguel. Los principales autores de este complot fueron los condes Piotr Alekséyevich Pajlen, Nikita Petróvich Panin, y el Almirante Ribas.

Imagen: Dominio Público

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