Un brazalete de plata perteneciente al período de la cuarta dinastía, es decir, hacía el año 2.600 a.C., se analizó con tecnología de punta y estudio de isótopos de plomo, que determinaron la procedencia griega de la plata dando cuenta de una relación comercial más antigua de lo que se pensaba.
La relación comercial entre ambos territorios se había estudiado con mayor profundidad entre el 2040 al 1069 a.C., por lo que este descubrimiento cambia la percepción que se tenía de ambos territorios y sus relaciones comerciales.
El brazalete en cuestión pertenecía a la reina egipcia Hetepheres, quien ha estado envuelta en el halo del misterio debido a que no se encontró su cuerpo ni ajuar funerario, luego de que su hijo Khufu, cambiara la ubicación de su entierro al ser objeto de los saqueadores de tumbas.
El brazalete se halla entre la colección del Museo de Bellas Artes de Boston, donde los investigadores fueron para someter a varias pruebas de alta tecnología a la pieza, encontrando isótopos de plata y los mencionados isótopos de cobre, que señalarían la procedencia del objeto.
El estudio detalla el largo proceso de confección de la pieza, que se sometió a varios cambios de temperatura, golpes y otros trabajos para otorgarle su forma final.
La ubicación de la plata viene de las islas del mar Egeo, Ática y Anatolia, quienes poseían la plata que no tenían los egipcios, las cuales podrían rastrearse en períodos posteriores gracias a los registros escritos en papiro.
La importancia de este descubrimiento es que al no tenerse pruebas escritas de dicha relación como en tiempos posteriores, el estudio de este brazalete arroja luz sobre esta antigua relación comercial entre ambas culturas.