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¿Cómo era la sexualidad en la Antigua Roma? La experimentación en la antigüedad

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la sexualidad en la antigua roma
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Todas las sociedades de las distintas eras históricas han tenido sus formas particulares de entender y experimentar la sexualidad.

Los conceptos de lo sexual han ido variando por razones culturales, morales, biológicas, médicas, etc., pero jamás el individuo ha podido prescindir de este aspecto de su vida.

Muchas civilizaciones pasadas fundaron una serie de comportamientos eróticos que hasta la actualidad han perdurado, adecuándose al contexto.

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Así, aunque en la China Imperial se hayan utilizado incómodos anillos fálicos de metal y hoy los masturbadores masculinos estimulen la zona prostática por sus múltiples implementaciones, ambos albergan la misma esencia: recurrir a un objeto para provocar el clímax.

Igualmente ocurre con las lencerías actuales y los kestós de las antiguas griegas. No cabe duda de que siempre existió una constante e inocultable búsqueda de la estimulación sexual, más allá de la cultura y del tiempo.

En la Antigua Roma hallamos conductas sexuales interesantes. Por ejemplo, no se rechazaban ni sancionaban las vivencias homosexuales ni tampoco la pedofilia.

Por el contrario, se sabía que los gobernantes y personajes ilustres tenían adolescentes como amantes y/o esclavos sexuales. En más de una oportunidad se indujo esto del poeta Virgilio. No obstante, como señala la historiadora Mary Beard, en el coito homosexual el romano nunca debía optar por el rol pasivo, dado que esto mancillaba su honor.

Por otro lado, si un hombre casado quería experimentar determinadas fantasías, podía recurrir a esclavas o prostitutas sin que esto representara una traición a su esposa, pues las mujeres romanas usualmente tenían un rol confinado a la reproducción y la crianza.

Además, se creía que todos los objetos con formas genitales eran dádivas de los dioses con el propósito de motivar el coito.

En virtud de esto, los romanos reconocían como afrodisíacos a los huevos, pimienta, ajos, ortiga, piñones, espárragos, langostas, moluscos, etcétera.

Aunado a ello, para noches apasionadas solían ambientar sus habitaciones con velas aromáticas, pétalos de rosas y vapores de infusiones especiales.

Tampoco se pueden ignorar las fastuosas celebraciones sexuales que tenían los romanos en fechas determinadas.

Las Lupercales, por ejemplo, fueron fiestas primitivas que perduraron en el periodo del Imperio hasta su prohibición por la Iglesia. En ellas se concretaban orgías, prácticas sadomasoquistas, rituales con sangre de animales, escenificaciones grotescas, entre otras actividades.

Las orgías nunca fueron festividades olvidadas por los romanos, pues numerosos emperadores las realizaron, cada uno dándoles un sello distintivo y, muchas veces, más obsceno que entretenido.

Las ceremonias orgiásticas mas extremas son atribuidas a Calígula, Nerón y Tiberio.

Este rápido repaso a ciertas prácticas sexuales de los antiguos romanos demuestra que siempre ha existido una constante experimentación de los individuos con su sexualidad.

Fiestas orgiásticas, juguetes eróticos, fetiches, no son creaciones contemporáneas ni mucho menos. Por el contrario, responden a una antigüedad que nos costaría imaginar si no fuera porque los documentos históricos y las evidencias arqueológicas están allí, desvelando las conductas de los antiguos, que bastante de ‘actuales’ tienen. 

Imagen: Pixabay.

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