A pesar de haber comenzado ya la temporada de excavaciones, el gobierno turco en Ankara no ha dado aún los permisos para que arqueólogos extranjeros comiencen su trabajo, situación que quizás esté motivada por razones políticas o nacionalistas.
Según un informe, los arqueólogos, sobre todo alemanes, tienen razón para estar preocupados puesto que el retraso de los permisos pueden estar relacionados con los comentarios que hizo hace un año Hermann Parzinger, presidente de la Fundación del Patrimonio Cultural Prusiano, argumentando que “Turquía no tiene un sistema establecido para la conservación de objetos históricos y el patrimonio cultural es la última cosa en la que piensan”.
El ministro turco de cultura y turismo, Ömer Çelik, ha respondido ante esta acusación explicando que algunas de las excavaciones que han sido dirigidas por alemanes son descuidadas y no restauradas hasta el punto de dejar un paisaje desértico.
Sin embargo, arqueólogos de otros países han dicho que la administración turca ha destruido lugares arqueológicos de gran importancia con el objetivo de llevar a cabo la construcción de presas, hoteles y metro.
Todo parece apuntar a que esta disputa se debe a que objetos arqueológicos hallados en territorio turco llenan los museos alemanes, muchos de ellos pertenecientes a la época de la antigua Grecia y a la Prehistoria, los cuales quizás les fueron robados ya que aterrizaron en Alemania de forma misteriosa.