CSA: la relación de la dieta de perros y seres humanos como apoyo a la arqueología

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Un grupo de investigadores realizaron análisis comparativos de la alimentación de perros y seres humanos en comunidades indígenas del norte de Nicaragua, con el objetivo de evaluar la utilidad de analizar los restos arqueológicos de perros para aproximarse a conocer el tipo de dieta de las personas con las que convivieron.

Una de las técnicas más usadas para conocer la dieta de las personas en el pasado, es el análisis de isótopos estables de carbono y de nitrógeno en los restos orgánicos de seres humanos. Estos análisis permiten a los científicos saber la proporción en la que un individuo consumió ciertos tipos de alimentos a lo largo de su vida.

Al realizar análisis de isótopos estables en varios individuos de un mismo sitio arqueológico, se pueden llegar a identificar ciertos patrones de alimentación, lo cual permite a los investigadores inferir el modo de vida, el tipo de economía y el nivel de estratificación social que los habitantes de un lugar determinado tuvieron.

Sin embargo, uno de los inconvenientes de este tipo de estudios es que en el proceso se destruyen los restos analizados, lo cual puede llegar a ser un impedimento para las investigaciones, ya que las legislaciones de algunos países prohíben la aplicación de análisis destructivos a restos humanos.

Una alternativa que se propuesto es la de realizar estudios de isótopos estables a los restos de perros recuperados en excavaciones arqueológicas, bajo la premisa de que la dieta de estos cánidos debió de ser similar a la de los seres humanos con los que coexistieron. Ha este método se le conoce como Canine Surrogacy Approach (CSA).

El CSA ha sido utilizado en diferentes partes de mundo desde finales de la década de los 70`s obteniendo resultados favorables. Sin embargo, algunos investigadores han cuestionado su viabilidad argumentado que la alimentación de perros y seres humanos de una misma población no necesariamente era similar, por lo que la aplicación de este método puede conducir a interpretaciones erróneas.

Para evaluar la utilidad del CSA, un grupo de investigadores de distintas universidades de Norteamérica y Europa, realizaron estudios de isótopos estables a perros y seres humanos de dos comunidades indígenas de Nicaragua, cuyas prácticas alimenticias fueron documentadas previamente.

El estudio con CSA

Este estudio se llevó a cabo en la Reserva de la Biosfera Bosawás, ubicada en el departamento de Jinotega, en el norte de Nicaragua. Las dos comunidades llamadas Arang Dak y Suma Pipi, son habitadas por indígenas de las etnias Mayangna y Misquito, los cuales se dedican principalmente a la horticultura. En ambas poblaciones es común que cada familia tenga uno o más perros.

La dieta de los habitantes de Arang Dak y Suma Pipi se basa en la mandioca, los plátanos, los frijoles  y el arroz, y aunque los pobladores de estas comunidades crían vacas, cerdos y aves de corral. La principal fuente de proteína animal la obtienen de la caza y de la pesca y también consumen, aunque en menor proporción, algunos alimentos procesados que consiguen fuera de la reserva.

Los autores de esta investigación tomaron muestras de cabello y pelaje de todas las personas y perros de estas comunidades, exceptuando únicamente a bebés y cachorros lactantes o recién destetados.

Las muestras de cabello humano fueron analizadas en el Departamento de Antropología de la Universidad de Columbia Británica, en Canadá; mientras que las muestras del pelaje de los canes fueron analizadas en el Departamento de Evolución Humana del Instituto Max Planck, en Alemania. En total analizaron muestras de 304 humanos y de 57 perros.

Los resultados de los análisis mostraron que pueden existir variaciones en la dieta de perros y seres humanos de una comunidad, y que incluso dentro de un mismo grupo familiar, las diferencias entre los caninos y las personas pueden llegar a ser notables. Sin embargo, los autores concluyen, que a nivel general los perros sí reflejan adecuadamente el tipo de alimentación de los seres humanos con los que coexisten, lo cual confirma la viabilidad del CSA.

La importancia de este estudio radica en que es la primera vez que se evalúa la utilidad del CSA con datos de poblaciones contemporáneas de las que se cuenta con información documentada etnográficamente. Por lo que los autores alientan a que se realicen más estudios de este tipo, que permitan conocer mejor la variabilidad de las dietas de seres humanos y perros en distintas poblaciones del mundo.

Fuente: Perri, Angela P., Jeremy M. Koster, Erik Otarola-Castillo, Jessica L. Burns y Catherine G. Cooper. “Dietary Variation among Indigenous Nicaraguan Horticulturalists and their Dogs: An Ethnoarchaeological Application of the Canine Surrogacy Approach”. En Journal of Anthropological Archaeology, Vol. 55. ScienceDirect, 2019. 101066.

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