Los juegos de azar, como las casas de apuestas o los casinos, son algunos de los más arraigados en la cultura actual. Y no solo son populares, sino que gozan de un incremento del interés en ellos a lo largo del tiempo.
Pero mucho ha ocurrido en el pasado antes de llegar hasta aquí. La implantación de los juegos y divertimientos en suelo mexicano viene de tiempo atrás, teniendo orígenes diversos que merece la pena conocer.
El Patolli, uno de los precursores
Si bien es cierto que la extensión de los juegos de azar se radica de manera principal tras la colonización hispánica, el periodo precolombino dejó ya los primeros vestigios del interés de las culturas presentes entonces por este tipo de atracciones.
Aunque los juegos y todo lo que hoy nos es tan conocido tardaría aún mucho en hacer acto de presencia, los teotihuacanos, toltecas, mayas y aztecas jugaban por entonces a un juego llamado Patolli mucho antes de la llegada de los españoles que ya dejaba los primeros indicios.
Se trata de un juego similar al de la oca, donde se usa un tablero para desplazar sobre él las diferentes piezas.
En lugar de dados se usaban frijoles con hendiduras, y el objetivo era conseguir llegar al final de tablero lo más rápido posible. Además, distintas connotaciones más allá del juego también se encontraban en el Patolli, extendiendo su popularidad.
Algunos grabados y dibujos recogen esta modalidad, que ofrece una perspectiva del interés mexicano hacia el juego, dado que el Patolli era también un juego de apuestas. En él, varias personas podían apoyar o apostar, como en las actuales casas de apuestas, por la victoria de uno u otro participante.
Apuestas en todos lados
Pero si las casas de apuestas tardaron todavía tiempo en surgir, en terreno mexica se comenzó a apostar de manera asidua mucho antes.
Así, el internacionalmente conocido juego de la pelota suscitaba en la época numerosas apuestas al ganador o perdedor, por ejemplo, suponiéndose como uno de los verdaderos primeros espectáculos de masas en el ámbito prehispánico.
Posteriormente, los juegos de cartas, peleas de gallos y loterías se abrieron camino como opciones en las cuales tentar a la suerte en vistas a obtener una ganancia. Las apuestas ya se encontraban establecidas.
Ya en el siglo XX, la Ley Seca de Estados Unidos propicio el repunte de casinos, casas de apuestas y juegos en los lugares fronterizos, hasta donde se desplazan norteamericanos en busca de estas experiencias.
Una tendencia que serviría para consolidar la actitud de México hacia el juego, que se encuentra ampliamente aceptado a lo largo y ancho del país hoy por hoy.
