Descifran la historia genética de las estepas orientales de Eurasia, donde se originaron los hunos y los mongoles

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Desde el inicio de la Edad de Bronce la región recibió contribuciones genéticas de las estepas occidentales y del norte del continente, pero con la llegada de los mongoles el acervo genético local cambió drásticamente y se consolidó para siglos.

Un amplio estudio del ADN de 214 individuos que vivían en Mongolia y regiones cercanas de Rusia, China y Asia Central entre la mitad del cuarto milenio a. de C. y el siglo XIV, muestra que la composición genética de las poblaciones locales fue cambiando considerablemente con el tiempo.

Según un artículo publicado el pasado jueves en la revista Cell, en el Neolítico los habitantes locales estaban relacionados con las poblaciones indígenas modernas del oeste de la región del lago de Baikal y el Oriente Lejano ruso.

Alrededor del inicio del tercer milenio antes de Crist, migraron a la región los primeros pastores procedentes del sur de Siberia y las estepas occidentales. Con su llegada, en la región se introdujo la ganadería y empezó la Edad de Bronce. Sin embargo, esas poblaciones prácticamente no dejaron rastros en el genoma de los habitantes posteriores.

«Esto es sorprendentemente diferente que en Europa, donde los pastores inmigrantes esteparios de la Edad de Bronce tuvieron un impacto genético transformador y duradero en las poblaciones locales», indican los autores.

De heterogeneidad a uniformidad

Durante la Edad de Bronce tardía (1900-900 a.C.), en la región se forman y conviven tres acervos genéticos separados, uno de los cuales, asociado con la cultura Sintashta, tiene vínculos con culturas contemporáneas de Europa. Con la formación del imperio de los xiongnu —antepasado de los hunos, según se considera generalmente— se mezclaron entre sí y con nuevas poblaciones.

«Los xiongnu se caracterizan por niveles extremos de heterogeneidad genética y una mayor diversidad a medida que nuevos y adicionales linajes de China, Asia Central y la estepa occidental (relacionados con los sármatas) ingresaron rápidamente al acervo genético», señalan los investigadores. La heterogeneidad y diversidad continuó durante los kanatos túrquico (552-744) y uigur (744-840).

Luego, con la llegada de los pueblos mongólicos y tunguses, se observa «un cambio genético importante final». Hacia el final de Imperio mongol (1368), la reserva genética cambió «drásticamente», despojándose casi completamente del componente relacionado a los pueblos de Eurasia del norte. Además, se consolidó para siglos.

«El perfil genético de los mongoles históricos todavía se refleja entre los mongoles contemporáneos, lo que sugiere una estabilidad relativa de este acervo genético durante alrededor de los últimos 700 años», resaltan los científicos.

«Nuestro estudio de la antigua Mongolia revela no solo las primeras contribuciones genéticas de las poblaciones de la estepa occidental, sino también una marcada transición genética hacia la ascendencia de Eurasia oriental durante el Imperio mongol. La región tiene una historia genética notablemente dinámica, y el ADN antiguo comienza a revelar la complejidad de los eventos demográficos que han dado forma a la estepa euroasiática», cita un comunicado del Instuto Max Planck (Alemania) a uno de los autores del estudio, Ke Wang.

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