Descubren el pterosaurio más grande de la península ibérica

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Un equipo internacional liderado por Borja Holgado, investigador asociado al Institut Català de Paleontologia Miquel Crusafont (ICP) con la participación del grupo Aragosaurus-IUCA de la Universidad de Zaragoza encontró un fósil que pertenecía al morro de un pterosaurio.

El hallazgo se produjo en un yacimiento de la localidad de Obón (unos 100 km al norte de la ciudad de Teruel).

Los científicos describen ahora la nueva especie, denominada Iberodactylus andreui, en la revista Scientific Reports. Según los investigadores, uno de los caracteres anatómicos distintivos de este pterosaurio es su cresta ósea, una protuberancia en la parte superior del cráneo.

«La función de esta cresta no está clara, pero probablemente se trate de un carácter de dimorfismo sexual como se observa en otras especies de pterosaurios relacionadas con Iberodactylus», explica Borja Holgado, investigador asociado al ICP que lidera la investigación.

Los restos de pterosaurios son muy escasos en el registro fósil. Sus huesos son frágiles y huecos para facilitar el vuelo de animales tan grandes, y esto disminuye la probabilidad de que fosilicen.

El holotipo, es decir el resto fósil que ha servido para describir la nueva especie, está depositado en las colecciones del Museo de Ciencias Naturales de la Universidad de Zaragoza. El nombre específico hace referencia a Javier Andreu, descubridor del fósil.

Iberodactylus andreui era un pterosaurio de gran envergadura con las alas que podían medir extendidas unos cuatro metros de punta a punta; más que cualquier ave actual. Es la más grande de las tres especies que se han descrito en la Península.

Los pterosaurios fueron el primer grupo de vertebrados que desarrolló el vuelo activo. La estructura de sus alas era parecida a la de los murciélagos actuales, con una gran membrana sujetada por la extremidad anterior que les permitía propulsarse, pero con la diferencia que estaba sujetada por un dedo hipertrofiado y no por toda la mano como en los murciélagos.

El resto conserva algunos dientes que han permitido deducir su alimentación. «La premaxila presenta algunas hileras de dientes cónicos que nos indican que se alimentaba de peces», comenta Jose Ignacio Canudo, jefe del grupo Aragosaurus de la Universidad de Zaragoza.

Estudios recientes de las pequeñas abrasiones que dejan los alimentos en los dientes de los pterosaurios han revelado que dentro de este grupo había especies que se alimentaban de peces, mientras que otras cazaban vertebrados terrestres o insectos.

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Reptiles que vivieron con los dinosaurios

A pesar de que erróneamente se les llama ‘dinosaurios voladores’, los pterosaurios no son dinosaurios, aunque están emparentados con ellos.

Este grupo de reptiles surgió hace unos 228 millones de años, a finales del período Triásico, y dominó los cielos de la era Mesozoica durante más de 160 millones de años, extinguiéndose junto con los dinosaurios no avianos a finales del Cretácico, hace 66 millones de años.

Actualmente se conocen un centenar de especies en todo el mundo que incluyen los animales voladores más grandes de todos los tiempos. Quetzalcoatlus, por ejemplo, se calcula que tenía 11 metros de envergadura, el tamaño de un pequeño avión.

Iberodactylus estaría emparentado con Hamipterus tianshanensis, una especie del noroeste de China. Ambas especies han sido incluidas en una misma nueva familia, los Hamipteridae.

La investigación también se centra en la evolución y diversificación del linaje Anhangueria, que incluye no solo los hamiptéridos, sino también otros grandes pterosaurios piscívoros con cresta como Anhanguera piscator o Tropeognathus mesembrinus.

El trabajo concluye que el origen de este linaje se situaría en las masas de tierra que hoy constituyen Eurasia.

Referencia bibliográfica:

Holgado, B., Pêgas, R.V., Canudo, J. I., Fortuny, J., Rodrigues, T., Company, J., Kellner, A. W. A. (2019). «On a new crested pterodactyloid from the Early Cretaceous of the Iberian Peninsula and the radiation of the clade Anhangueria». Scientific Reports. DOI: 10.1038/s41598-019-41280-4.
Vía Sinc

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