El Brusco y el Gromo: fortalezas napoleónicas a declarar como Bien de Interés cultural

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Marcelo Ferrando Castro
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Se ha abierto un expediente, a petición del ayuntamiento de Santoña (Cantabria), para poner en protección las fortificaciones del cuerpo de guardia del período napoleónico de Brusco y de Gromo, siendo declaradas como zona arqueológica y como Bienes de Interés Cultural, ya que ambas pertenecen al mismo episodio histórico.

cantabria

La Dirección General de cultura ha anunciado que este expediente será expuesto públicamente para que pueda ser examinado por todos los interesados en el Patrimonio cultural y que éstos puedan presentar alegaciones al respecto, dado “el alcance de la actuación que se pretende realizar”.

Dichas fortificaciones fueron edificadas en 1813 y asaltadas en 1814 por las tropas españolas que conquistaron ambas, ocupadas por los franceses. Parte de la guarnición francesa escapó de la muralla del Brusco a la del Gromo, huída fallida, siendo conquistada esta última al día siguiente por los españoles.

La fortificación del Brusco se construyo en el punto más alto del monte que la da nombre, separando las playas de Noja y Santoña, cuyo objetivo era crear un punto de visión hacia el mar abierto, aunque solo se conserva una pequeña hilera de piedras de este punto.

La fortaleza principal está amoldada a la cima del monte, que es muy reducida, por lo que sólo consistía en una muralla de piedra seca en cuyo interior había un espacio rectangular con dos departamentos: uno para el oficial y otro para 20 soldados.

El fuerte del Gromo, sin embargo, es bastante dispar aunque muy importante ya que era el único acceso terrestre a Santoña con una altura de 80 metros. El monte es alargado e irregular, rodeado de marismas, que hacen que la fortaleza quedara casi aislada cuando subía la marea, por eso dispone de un puente levadizo. Ésta, es una “porción” de tesoro que queda de la Guerra de Independencia.

Imagen: Lourdes Cardenal en Wikimedia

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