Breve Historia del cine de terror en los años 30

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El cine de terror es un género cinematográfico caracterizado por provocar en el espectador sensaciones de pavor, miedo, ansiedad y, precisamente, terror.

La fórmula que siguen sus argumentos pasa por la súbita intrusión en un ámbito de normalidad de alguna fuerza, evento o personaje de naturaleza maligna, a menudo de origen criminal o sobrenatural.

Así es como definen los academicistas a este peculiar género, que si bien ha perdido hoy el encanto y la magia que tuvo antaño (en parte por la adaptabilidad del público al morbo y al horror), conforma una panoplia de grandes títulos que a más de uno nos han helado la sangre en nuestra adolescencia.

Sin embargo, pese a que el cine de terror haya discurrido y evolucionado con el paso de los años, está íntimamente ligado a un espacio temporal concreto, una década irrepetible, los famosos años 30.

El cine de terror en los años 30

¿Por qué los años 30? ¿A qué se debe esa fascinación por lo “macabro”?
La respuesta nos la encontramos en uno de los acontecimientos sociales, culturales y sobre todo económicos, más importantes de aquella época de bonanza, el llamado Crack del 29. En efecto, fue la dura caída económica que quebró la bolsa de Wall Street, la que marcó el inicio de un largo período de dificultades y que originó un caldo de cultivo excelente para la intromisión del “horror” en el celuloide americano.

Los años 30 se configuraron como un período de inestabilidad económica, de desempleo, de pérdidas de patrimonio, desahucios, altos índices de criminalidad y suicidios. En aquellos días la sociedad buscaba un refugio, algo que funcionase como válvula de escape ante aquella desesperación cotidiana, necesitaban una evasión de aquella traumática realidad.

«Nosferatu», 1922

Y fue precisamente eso lo que ofreció el cine a la sociedad americana. La gente necesitaba ver otros dramas que no fueran los suyos propios, buscando el “morbo” en la desdicha ajena. Incendios, asesinatos, naufragios, muertes sin resolver y personajes ultramundanos hicieron nido en las grandes productoras y salas de cine.

Un efecto añadido: la aparición del sonido y la banda sonora

Lo mejor que la década de los 30 presenta al mundo del celuloide es la aparición del “sonido”. Y es que no podemos imaginar los grandes clásicos de terror sin aquellas músicas instrumentales que con gran simpleza enfatizaban el suspense y la sorpresa ante lo inevitable.

Hoy en día, estamos educados en este sentido y ya no es necesaria una banda sonora para enfatizar el momento crítico de una película de terror, jugamos con efectos de corte psicológico, dado que el sonido precede al momento de la acción, restando frescura a un público ya experimentado en tales argucias.

Sin embargo, debemos intentar hacer un ejercicio de empatía para comprender como aquellos hombres, mujeres y niños, que no tenían un bagaje cinematográfico como el nuestro (aquello era la novedad), quedaban sobrecogidos ante la unión de aquella música de suspense y las mórbidas imágenes.

«King Kong», 1933

Un “NO” a la política

Aunque pueda parecer nimio, el hecho de que el cine de terror evitara cualquier alusión política fue un gran “push” para la proyección del género.

Para aquellos que no estéis familiarizados con el mundo de la publicidad y la propaganda, habéis de saber que los años 30 fueron una década de constante bombardeo político que ensalzaba las virtudes del pueblo americano, tanto dentro como fuera de sus fronteras.

La televisión y el cine fueron los primeros soportes propagandísticos de la política americana, pero, según los ciudadanos de daban cuenta de las descaradas campañas políticas, la administración americana decidió, de forma “sutil”, esparcir su almizcle por las productoras de Hollywood.

Por suerte para el gran público, el género de terror era tan peculiar, que era casi imposible camuflar propaganda política alguna entre sus fotogramas.

El final del cine de terror clásico

Aunque el cine de terror nunca ha dejado de existir y ha evolucionado según la sociedad, siendo destacables ciertos periodos como el de los años 50 y 60 o el de la Guerra Fría, el periodo clásico del cine de terror acabó cayendo en desgracia a mediados de los años 40.

«La Momia», de 1932

La razón se debe al abuso continuado de remakes, la falta de ideas y la proliferación de monstruos (algo que en su momento era sinónimo de ventas) que acabó por cansar al común del público americano.

Además, como decíamos al inicio, la proliferación del cine de terror se produjo por unas condiciones socio-económicas muy concretas y, según la sociedad americana se iba recuperando de los desastres de la crisis y comenzaba a vislumbrarse otra época de bonanza, los espectadores empezaron a demandar otros géneros más frescos.

¿Quién sabe si en medio de esta época de actual crisis resurja de nuevo el género de terror clásico?

Aunque la situación actual de creciente desempleo y oscuro futuro puede que ya sea en sí misma una verdadera película de terror.

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2 Comentarios

  1. Hola,
    Se menciona en un libro «El chico de Guernica» de Luis IRIONDO la película «El fantasma del Louvre» que fue proyectada según el autor a mediados de los años 30. Luego de haber investigado las versiones existentes son muy posteriores a la guerra civil («Belfegor o El fantasma del Louvre» de 1965 en B y N; otra versión en color del 2001 con el mismo título, ambas películas francesas).
    Otro dato que me comunica el autor es que por ser muy larga se proyectó en dos sesiones. Sigo sin encontrar ningún dato sobre esta versión antigua de los años 30. ¿Existió esa versión o el autor confunde con la versión del 65 o con otra película que tuviera un tema y una duración parecidas?
    Gracias por la información si me la consiguen.
    Atentamente,
    Santivasc.

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