El Dadaísmo: el movimiento que pretendía acabar con el arte

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Con el comienzo de la Primera Guerra Mundial, la vida artística europea se interrumpe bruscamente dando lugar a un movimiento iconoclasta y destructivo, a través del cual una serie de escritores y artistas manifestaron su rebeldía en una Europa arrasada por la guerra.

Este movimiento tan radical se denominó Dadaísmo, el cual cristaliza el rechazo hacia los valores de la sociedad burguesa que ya habían señalado los ismos anteriores. El Dadaísmo no sólo propicia una interesante renovación de los medios expresivos, sino que puso en entredicho el arte mismo, tanto su función como el papel del artista en la sociedad.

Dadaísmo: la destrucción del arte

Con Dadá nos encontramos ante algo totalmente nuevo, algo nuevo y contrario a todo: a la vanguardia, al arte mismo, a la actitud burguesa, incluso a la vida. Los dadaístas no defienden un nuevo tipo de arte, sino que pretenden acabar con él, destruirlo. Se trata de la negación, de la oposición a todo.

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L.H.O.O.Q. Marcel Duchamp, 1919

Tal vez parezca demasiado radical e irracional este estado de ánimo y este empeño en la destrucción del arte, pero existe una doble razón para haber llegado a este punto: por un lado hay que considerar el desengaño y malestar profundo producido por la guerra como máximo logro del progreso de la civilización occidental, y por otro lado, señalar la situación excéntrica del artista dentro de la sociedad en el mundo contemporáneo.

Según los dadaístas, si el arte es inútil y no hay lugar para él, hay que destruirlo, destruir su concepción tradicional de práctica artística. Llegados a este punto se valieron de diferentes estrategias para conseguir denunciar lo que querían.

La destrucción de los antiguos géneros resultó ser una de las prácticas más eficaces, lo que, a su vez, dios origen a la aparición de una serie de objetos de difícil clasificación, entre los que figuran el cuadro-manifiesto, el rayograma o el “ready-made”.

También utilizaron todo tipo de materiales de deshecho, pero, quizás, la aportación más notable de los dadaístas fue la reivindicación del azar, que posteriormente se demostró como la mejor alternativa de todas.

Entre los dadaístas habría que destacar a Francis Picabia con sus máquinas dadá y a Marcel Duchamp con sus “ready-mades”, ambos protagonistas del movimiento en Nueva York.

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