El examen de las placas dentales permite conocer la dieta de antiguas poblaciones

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Víctor Muñoz Fernández
Apasionado por la Historia, es licenciado en Periodismo y Comunicación Audiovisual. Desde pequeño le encantaba la Historia y acabó por explorar sobre todo los siglos XVIII, XIX y XX.

Una investigación de la Universidad de Nevada liderada por G. Richard Scott y Simon R. Poulson ha descubierto que el análisis de pequeñas partículas de placa extraídas de la dentadura de personas de civilizaciones y poblaciones antiguas, puede proporcionar detalles sobre la dieta alimenticia que llevaban.

La placa dental ofrece interesante información sobre las personas de la antigüedad

A través de muestras de cálculos dentales de 58 esqueletos enterrados en la catedral de Santa Maria (España) pertenecientes a un periodo que va desde el siglo XI al XIX, Scott empezó a desarrollar la investigación sobre la dieta de esta población. La primera metodología desarrollada por el investigador dio resultados contradictorios, por lo que envió cinco muestras a Poulson, quien las examinó en el laboratorio de isótopos estables de la universidad. La idea que tenían es que la placa dental podría contener suficiente carbono e hidrógeno como para permitirles estimar un ratio de isótopos estables.

Según Scott: «Aunque es química compleja, sólo las proteínas tienen nitrógeno, por lo que cuanto más nitrógeno haya presente, más productos animales consumían como parte de su dieta. El carbono proporciona información sobre el tipo de plantas que tomaban”. El procedimiento de análisis se realiza aplastando las moléculas y sometiéndolas a un espectrómetro, lo que proporciona información sobre los distintos isótopos.

En un principio, ninguno de los investigadores pensaba que hubiera suficiente carbón y nitrógeno en esas pequeñas muestras para ser medido. Sin embargo, el trabajo del Dr. Poulson reveló que sí que era suficiente. Los resultados del laboratorio mostraron ratios estables de isotopos de carbono y nitrógeno. Estos ratios son muy similares a los estudios que utilizan el colágeno de los huesos, que es el material típico de este tipo de análisis.

Scott comenta que la práctica común de usar huesos para conducir este tipo de investigaciones es demasiado cara y dañina para el hueso, ya que requiere varios baños de ácido para extraer el colágeno y analizarlo. El proceso destruye el hueso, por lo que los conservadores de los museos no lo permiten.

El investigador también habló de la posibilidad de aplicar esta metodología con el cabello, los músculos y las uñas. Pero también matizó que “son buenos ejemplos, siempre y cuando se puedan encontrar”. El problema es que no aguantan bien el paso de los años y acaban por descomponerse. Eso no sucede con el cálculo dental que, para bien o para mal, dura mucho más tiempo.

Aunque Scott calificó el trabajo realizado como “rompedor e innovador”, también se mostró bastante crítico, ya que aún se necesita trabajo adicional para establecer firmemente este nuevo método del uso de cálculos dentales para la investigación paleodietética. En cualquier caso, los resultados de este estudio inicial indican que tiene un gran potencial y que podría ahorrar gran cantidad de tiempo y de esfuerzo, al mismo tiempo que permitiría un análisis profundo, aún sin la presencia de pelo, músculo o uñas.

UNR

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