El final de las Revoluciones de 1830

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Víctor Muñoz Fernández
Apasionado por la Historia, es licenciado en Periodismo y Comunicación Audiovisual. Desde pequeño le encantaba la Historia y acabó por explorar sobre todo los siglos XVIII, XIX y XX.

El paso del tiempo acabó afectando a las Revoluciones de 1830, que perdieron fuerza de acción. No obstante, el movimiento acabó llegando a Gran Bretaña. No fue realmente una sublevación como tal, sino más bien una consagración de una política liberal que se venía aplicando en el país anglosajón desde mediados de cuarto de siglo.

Revolución de 1830 en Gran Bretaña
Revolución de 1830 en Gran Bretaña

La década de los 20 fue una gran década para los liberales ingleses, quienes consiguieron que varias de sus demandas fueran atendidas por Jorge IV, que reinó desde 1820 a 1830. Las reformas que había realizado el monarca las continuó aplicando su sucesor, Guillermo IV. La sublevación parisina provocó que los ingleses aplicaran de forma más acelerada el programa de reformas liberales que tenían previstas.

En 1832 promulgaron la primera ley de reforma electoral, a la que le siguió un equilibrio político entre tories reformistas, como R. Peel, y whigs moderados, como lord Russell y lord Derby, y la abolición del proteccionismo económico, dando vía libre al librecambismo. Además, la reina Victoria inició su reinado pocos años más tarde (1837) y el movimiento democrático y obrerista, que acabaría ascendiendo en 1838, empezó a tomar forma.

Este fue el último país al que llegó la oleada revolucionaria de 1830. Las sublevaciones dejaron dividida a Europa en dos bloques: uno liberal, formado por Francia, Gran Bretaña, España, Portugal y Bélgica; y otro absolutista, integrado por Austria, Rusia y Prusia, que ejercían su influencia sobre los pueblos de Europa Central y Oriental. Las aspiraciones nacionalistas de varios países, como Polonia, Alemania e Italia, permanecieron vivas, así como el deseo de disponer de un gobierno liberal, por lo que todas estas tensiones acabarían por volver a saltar en 1848.

Aunque las revoluciones de 1830 abarcaron muchos países, lo cierto es que no fueron capaces de alterar el orden general de Europa. Lo que sí que mostraron fueron los primeros pasos hacia las futuras alianzas, donde Francia y Gran Bretaña harían piña frente a Prusia, Austria y Rusia.

La Restauración estaba resquebrajándose. Perdieron dos países que se habían configurado según los dictámenes del Congreso de Viena: Francia y Bélgica. Los absolutistas asistieron completamente impotentes al alzamiento de tres “monarcas ilegítimos”: Otón en Grecia, Leopoldo en Bélgica y Luis Felipe en Francia. La gente estaba cansada ya del absolutismo que no llevaba a ningún lado y que les causaba dolor e injusticias, especialmente aquellos de clases medias y bajas. Estas reivindicaciones nacionalistas, liberales y sociales perdurarían hasta la nueva y definitiva oleada revolucionaria de 1848.

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