El final de los templarios

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María Santiago
Licenciada en Periodismo y Comunicación Audiovisual, desde pequeña me he sentido atraída por el mundo de la información y la producción audiovisual. Pasión por informar y ser informada de cuanto acontece en cada rincón del planeta. Asimismo, gusto por formar parte en la creación de un producto audiovisual que posteriormente entretendrá o informará a la gente. Entre mis intereses se encuentran el cine, la fotografía, el medio ambiente y, ante todo, la historia. Considero fundamental conocer el origen de la cosas para saber de dónde venimos y hacia dónde vamos. Interés especial en curiosidades, misterios y sucesos anecdóticos de nuestra historia.

La Orden del Temple fue una de las célebres órdenes militares de la Edad Media. Con una corta historia de apenas dos siglos, su final fue tanto horrible como polémico.

Fue fundada por nueve caballeros en el año 1118 en Jerusalén, liderados por Hugo de Payens después de la Primera Cruzada en Tierra Santa.

Su principal misión era proteger los lugares santos, que se hizo más patente tras perder los territorios cristianos en Palestina a manos de los infieles. Poseían un gran poder, tanto militar como económico, lo que despertó las envidias de los gobernantes de aquella época.

En 1307, el rey de Francia Felipe IV el Hermoso, se encontraba hasta arriba de deudas, por lo que decidió pedir un préstamo a la orden para iniciar una nueva cruzada, la séptima.

Además, al rey no le había sentado especialmente bien que el Temple hubiese rechazado unirse con la orden del Hospital, más humilde y con menos poder. Por ello, y cegado por la envidia, decidió urdir un plan para acabar con ellos. De esta manera podría hacerse con todos los bienes y riquezas de la orden y así solventar las deudas que tenía el reino.

Por medio de espías, comenzó a difamar información sobre los miembros de la orden, achacando que pecaban de orgullo y vicio.

Estas difamaciones llegaron al Papa en persona, que en aquellos tiempos se trataba de Clemente V, quién mandó que se llevase a cabo una investigación para averiguar la verdad de tales rumores.

El arresto de Jacques de Molay

El gran maestre del Temple, Jacques de Molay, llegó a Francia para reclutar soldados en aquellas fechas y al descubrir las acusaciones, decidió ir a hablar con el Papa para que hiciese un examen de aquellas acusaciones que, afirmaba, eran falsas. Esto llegó a oídos del rey de Francia, que decidió actuar con rapidez.

Así, el 13 de octubre de 1307, al finalizar el funeral por la condesa de Valois, Molay y los templarios que le acompañaban fueron arrestados y encarcelados acusados de utilizar artes oscuras.

Clemente V ordenó entonces arrestar a todos los templarios y poner todos sus bienes bajo dominio de la Iglesia, algo que el rey no aceptó, así que amenazó al Papa y éste no pudo hacer otra cosa que aceptar.

Entre las acusaciones se encontraban renegar de Jesús, adorar a otros ídolos, escupir en la cruz y la sodomía.

Todas estas acusaciones fueron generadas por Esquieu de Floyran, que aseguraba haber compartido celda con un templario y que éste le había contado todos los secretos de la orden.

El papel de la Inquisición

Gracias a la tortura llevaba a cabo por la Inquisición, se obtuvieron las confesiones de los acusados que, para evitar la muerte, afirmaron todo aquello de lo que se les acusaba.

Debido a las protestas que se iban generando por tierras cristianas, el Papa decidió organizar, por medio de la bula Faciens Misericordiam aprobada el 12 de agosto de 1308, unas comisiones para escuchar a los templarios.

El proceso daría comienzo el 12 de abril del año siguiente en París. Todos los caballeros, libres de las torturas a las que habían sido sometidos, desmintieron todas y cada una de las confesiones que habían realizado.

El rey, viendo que su versión peligraba, recurrió a sus influencias para lograr organizar un concilio ecuménico, el concilio de Sens, anunciado por la bula Regnan in Coelis.

Se inició en el mes de abril de 1310. Poco a poco se fue ejecutando en la hoguera a los templarios bajo las órdenes del monarca a pesar de que en algunos casos no existían sentencias definitivas.

Para aumentar el sufrimiento, se escogió un tipo de leño que ardía más lento. Durante el suplicio los condenados clamaban por su inocencia y se acogían a Dios.

Templarios en la hoguera

El fin de la Orden del Temple

Clemente V anunció la supresión de la orden del Temple en el concilio de Vienne, que se celebró entre el 16 de octubre de 1311 y el 3 de abril de 1312, aunque formalmente fue disuelta el 22 de marzo de 1312 con la publicación de la bula Vox in excelso.

Además, bajo las órdenes del rey francés se había vuelto a someter a torturas a los templarios encarcelados, consiguiendo nuevas confesiones sobre adoración al diablo y prácticas homosexuales.

El 2 de mayo de 1312, el Papa emitió la bula Ad Providam, por la cual otorgó los bienes de la orden a los Hospitalarios, sin dejar de dar la mayor parte al rey Felipe el Hermoso.

Cuatro días más tarde, los acusados fueron confinados en monasterios y condenados a cadena perpetua.

Al gran maestre junto con sus tres altos dirigentes les esperaba otro juicio que se celebró el 18 de marzo de 1314. Éstos eran el maestre Jacques de Molay, Godofredo de Charney, Hugo de Peraud y Godofredo de Goneville.

Delante de la catedral de Notre-Dame de París se levantó un gran patíbulo donde los cuatro serían ejecutados en la hoguera. Antes de ser ajusticiados, de Molay declaró su inocencia y la injusticia que se había cometido contra ellos.

Esa misma tarde fueron trasladados hasta la Isla de los Judíos, en el río Sena, donde se les ejecutó quemados en la hoguera.

Las últimas palabras del gran maestre fueron dirigidas al rey y al Papa, afirmándoles que debido a la injusticia que se había cometido ambos rendirían cuentas ante Dios antes de un año.

Clemente V murió al cabo de apenas un mes, y el rey Felipe el Hermoso en el mes de noviembre de ese mismo año.

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1 comentario

  1. Los templarios ayudaron al entonces Papa Clemente V y al rey de Francia , para deshacerse de los Cátaros , que tenían buena entrada en el sur de Francia , maldisponiendo al rey .

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