El nieto de un ropavejero hereda un grial persa valorado en medio millón de libras

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Manuel Álvarez Esteban
Romántico, en el sentido artístico de la palabra. En mi adolescencia tanto familiares como amigos me recordaban una y otra vez que era un humanista empedernido, pues pasaba el rato haciendo lo que quizás otros no tanto, creyéndome Bécquer, inmerso en mis propias fantasías artísticas, en libros y películas, deseando constantemente viajar y explorar mundo, admirado por mi pasado histórico y por las maravillosas producciones del ser humano. Por ello decidí estudiar Historia y simultanear con Historia del Arte, porque me parecía la manera más adecuada de llevar a cabo las habilidades y pasiones que me caracterizan: leer, escribir, viajar, investigar, conocer, dar a conocer, educar. La divulgación es otra de mis motivaciones, pues entiendo que no hay palabra que tenga valor real si no es porque haya sido transmitida con eficacia. Y con ello, tengo la determinación de que todo lo que haga en mi vida tenga un fin didáctico.

La copa dorada que encontró John Webber entre la chatarra acumulada por su abuelo no era la baratija que él pensaba en un primer momento, como podemos leer en el Daily Mail. Guardada durante décadas en una caja, el objeto que parecía haber salido de una película de Indiana Jones fue infravalorado, pensando que era de bronce o de latón. Después de años, Webber ha vuelto a abrir esa caja y se ha percatado de lo muy equivocado que estaba.

copa persa

Movido por la curiosidad de saber qué tipo de legado le había cedido su abuelo, un ropavejero romaní que se dedicaba a vender y comprar trastos usados, Webber recurrió a los expertos del British Museum, que se asombraron ante el antiquísimo objeto que les presentó. Los análisis arqueológicos y de laboratorio confirmaron que se trataba de una copa de oro macizo perteneciente al Imperio Persa Aqueménida, hacia el siglo IV a.C.

El grabado del grial representa dos rostros femeninos contrapuestos, de mirada penetrante, expresión serena y gran minuciosidad en el labrado de los detalles como el pelo y las joyas que adornan sus cuellos, ambas con dos serpientes entrelazadas decorando la cabeza. Tanto las formas como los materiales usados se corresponden con el tipo de orfebrería que se realizaba en el Imperio Aqueménida.

El recipiente ha sido valorado entre las 50.000 y 100.000 libras, pero Webber cree que podrían pagar hasta medio millón en la subasta que se celebrará en junio y que ofrecerá, además de la copa, otros dos objetos históricos heredados de su abuelo: una cuchara que parece provenir del África romana y una montura del siglo II a.C.

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