El Parsifal de Wagner en el Museo del Prado

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Marcelo Ferrando Castro
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Nota de Prensa
El Museo del Prado se suma a la celebración del segundo centenario del nacimiento del compositor alemán Richard Wagner (1813-1883) con la exposición de las obras que inspiradas por su última ópera, Parsifal, realizó el pintor cántabro Egusquiza (1845-1915), apasionado admirador del músico de Leipzig.

exposicion el mal se desvaneceBajo el título “El Mal se desvanece”, la sala 60 del edificio Villanueva, “sala de presentación de colecciones”, reúne 14 obras, prácticamente desconocidas, en lo que se considera como uno de los conjuntos más singulares y sorprendentes que ha dado el simbolismo español.

La “sala de presentación de colecciones del siglo XIX” ha sido creada para mostrar de forma rotatoria conjuntos de obras de esta centuria habitualmente no expuestos y elegidos entre sus amplios fondos en razón de su interés y calidad.

Este conjunto de 4 dibujos, 7 estampas, 2 pinturas y 1 escultura, obras de Rogelio de Egusquiza, que se expone en el Prado por primera vez, constituye un ejemplo del extremado misticismo heroico que define el universo wagneriano y de la trascendente influencia que ejerció la personalidad del músico y su obra Parsifal en el artista español. Egusquiza escogería precisamente estas palabras del libreto: “das Böse bannt” (El Mal se desvanece), para rotular con ellas el grabado del Santo Grial, que preside la muestra y que el propio artista escogió para que presidiera su capilla ardiente. Las pinturas expuestas, Kundry y Parsifal, han de considerarse como la culminación de la vinculación del artista con la estética de Wagner, y son, sin duda, las obras maestras absolutas del arte de Egusquiza, así como la más sofisticada representación de la iconografía wagneriana de todo el arte español.

Egusquiza era ya un artista de larga trayectoria cuando en septiembre de 1879 conoció personalmente a Richard Wagner, al que ya admiraba y seguía, siendo el único artista español que mantuvo una verdadera relación, aunque esporádica y respetuosa, con el compositor. El acercamiento al músico transformó por completo sus intereses artísticos, concentrándose desde entonces en la iconografía de las creaciones musicales del maestro alemán.

Con una perseverancia casi obsesiva, a lo largo de los años Egusquiza estudió en dibujos, grabados y lienzos a los protagonistas de Parfisal -la última creación operística de Richard Wagner concebida como una gran alegoría de la salvación humana- causando en su tiempo gran eco entre los escasos intelectuales y artistas españoles agrupados en torno a la Asociación Wagneriana de Madrid y alcanzando así su mayor consagración como pintor.

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