El proceso de unificación italiana del siglo XIX

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Víctor Muñoz Fernández
Apasionado por la Historia, es licenciado en Periodismo y Comunicación Audiovisual. Desde pequeño le encantaba la Historia y acabó por explorar sobre todo los siglos XVIII, XIX y XX.

El proceso de unificación italiano puede dividirse en cuatro fases de acción que abarcaría desde el año 1859 hasta el 1870. Si bien es cierto que algunos territorios no se recuperarían hasta 1919, hay que destacar que fue la primera nación en conseguir su independencia y unidad territorial en la Europa del siglo XIX.

La primera fase correspondió a la incorporación de la Lombardía y de los ducados de Parma, Módena, Toscana y Lucca a la casa de Saboya. Estas anexiones se produjeron a causa de la guerra del Piamonte que comenzó en abril de 1859. Austria declaró al reino de Piamonte tras varias provocaciones por parte de los italianos. Los Habsburgo no sabían que los insulares tenían como aliado a Francia. Las batallas de Magenta y Solferino fueron los únicos conflictos armados que hubo y que terminaron con una victoria francoitaliana.

unificacion italiana siglo xix

Napoleón III se negó a llevar la guerra a los Estados Pontificios, debido a las presiones internas de los católicos franceses que le amenazaron con quitarle el apoyo. Por eso firmó junto con Víctor Manuel II y los austríacos la paz de Villafranca, en la que el territorio de Lombardía pasaba a estar bajo el control piamontés pero el Véneto no. El tratado se firmó a espaldas del conde de Cavour, lo que provocó que este abandonase el ejecutivo.

Por otra parte, las insurrecciones en los ducados italianos de Parma y Módena, acabaron por llevar a la celebración de sendos plebiscitos para decidir la anexión a Piamonte. Estas consultas también se celebraron en Lucca y Toscana. El resultado de todas ellas fue favorable a Piamonte, por lo que el reino aumentó considerablemente de tamaño y relevancia.

El estado piamontés, debido al acuerdo que llegó con Francia para combatir a Austria, cedió Niza y Saboya al gobierno galo. Esto no fue visto con buenos ojos por los patriotas italianos, por lo que se puso en marcha la segunda fase de la unificación. Garibaldi, extremadamente contrariado por la pérdida de Niza y Saboya, decidió iniciar una intervención directa en ambos territorios. Su acción desafiaba las órdenes de Víctor Manuel II y Cavour, quien había regresado al gobierno en 1860. Sin embargo, en lugar de dirigirse a Niza, cambió de idea y puso rumbo a Sicilia, donde el odio hacia los napolitanos había provocado un alzamiento popular.

Piamonte se negó a dar ayuda a Garibaldi, quien marchó sobre Sicilia con los Mil Camisas Rojas y se convirtió en su gobernador, a la vez que rechazó entregarle el control a Víctor Manuel II. Desde su nueva posición, el dictador siciliano ocupó Calabria y, en contra de Cavour, Napoleón III y el gobierno inglés, derrotó a las tropas napolitanas y se proclamó dictador del reino de Napoleón. Cavour ordenó el ataque de Piamonte hacia Nápoles, pasando antes por los Estados Pontificios. El resultado fue que Garibaldi cedió y unió sus territorios con los de Víctor Manuel, quien se proclamó rey de Italia en 1861 en Turín.

No obstante, aquí no terminó la unificación, sino que siguieron avanzando hacia la tercera fase: la incorporación del Véneto. Aprovechando que los prusianos querían terminar con la hegemonía austríaca, los italianos se aliaron con ellos en la guerra de las Siete Semanas. Aunque las tropas de Víctor Manuel sucumbieron ante el poder de los austríacos en la segunda batalla de Custozza y perdieron la flota en Lissa, los prusianos salieron victoriosos en Sadowa. Esto permitió que el Véneto se pudiese unir al nuevo reino de Italia en 1866.

La cuarta y última fase del proceso de unificación fue la anexión de los Estados Pontificios en 1870. Tras la derrota francesa de Sedán, los galos retiraron todas sus tropas de los territorios extranjeros. Esto afectó al destacamento que tenían en los Estados Pontificios, dejando vía libre a Viíctor Manuel II para ocupar Roma. La “ley de garantías” le dejó al papa sólo el territorio del Vaticano y algunos pequeños territorios de uso eclesiástico.

Hasta aquí llegó la unificación italiana, que fue la primera que se realizó en Europa en el siglo XIX. Sin embargo, hay que destacar que Italia no recuperaría el Tirol Meridional (Alto Adigio y Trentino) hasta la disolución del Imperio de los Habsburgo en 1919.

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