El análisis realizado a un hombre de neandertal de hace 120.000 años ha revelado el tumor más antiguo hasta ahora. Encontrado hace un siglo junto a otros 900 huesos neandertales en un refugio a 35 millas al norte de Zagreb, Croacia, destacó en la década de 1980 cuando una radiografía realizada por la Universidad de Pennsylvania hizo recalcar la importancia de una costilla de 30 milímetros entre la multitud.
Se trataba del único hueso donde se había producido un quemado cuando se sobreexpuso a los rayos x y su explicación se basaba en que un tumor de displasia fibrosa había dejado una cavidad en el lugar de un nervio sano.
La displasia fibrosa no es un cáncer sino una mutación genética que causa tumores benignos. En este caso el gran tamaño de la lesión en el nervio sugiere que había sido doloroso para el individuo.
Es un hallazgo de gran relevancia al ser pocos los casos encontrados de tumores en el registro arqueológico, ya que, se trata de una enfermedad que suele desarrollarse con la edad, y en la antigüedad la esperanza de vida era mucho más corta que ahora. Por otro lado, en la actualidad juega un papel muy importante para el desarrollo de este tipo de enfermedad los cambios ambientales y la contaminación.
Los tumores más antiguos encontrados y posteriores a este se han observado en momias egipcias y con no más de 4.000 años de antigüedad por lo que este tumor recién estudiado supera a los anteriores en más de 100.000 años.