El sorprendente y fortuito hallazgo de unos arqueólogos italianos en el Coliseo nos demuestra lo poco que aun conocemos de nuestra historia pasada, y todo lo que queda por descubrir. Mientras realizaban una labor de restauración, que comenzó en octubre del año pasado en los niveles 2 y 3 del monumento, toparon con unos frescos de colores que no habían sido investigados antes.
El pasillo, de unos 60 metros de longitud, fue decorado con escenas heroicas de la época y símbolos fálicos. Elementos como coronas de laurel, flechas y lanzas cuajan los interiores del edificio. Junto a éstos, también se pueden observar escritos y firmas del siglo XVII, pertenecientes a los espectadores y visitantes extranjeros que acudieron un día a presenciar los espectáculos que allí se ofrecían: combates de gladiadores, peleas de animales, recreaciones de batallas importantes, numerosas ejecuciones y obras de teatro basadas en la mitología clásica.
Los frescos nos muestran el triunfo del color en aquella época, predominando los colores primarios de la luz: el verde, rojo y azul. Los expertos explican cómo era la distribución cromática: el anfiteatro Flavio en rojo, con bloques de travertino romano color marfil, decorados en blanco, y franjas azurita en yeso, que podrían simbolizar el cielo de un paisaje marino.
También parecen apreciarse restos de un zócalo rojo burdeos, de un porte de metro y medio, con decoraciones en tonalidades rosáceas, blancas y ocres. El resto de galerías, las numerosas escalinatas y corredores fueron pintados a diferentes colores.
Los arqueólogos esperan poder estudiar la decoración en profundidad para determinar con mayor exactitud su verdadera naturaleza, y precisar el tiempo de su realización. Según la directora del anfiteatro, Rossella Rea, dependerá del presupuesto y los recursos que se destinen a este fin.
Estos dibujos nos ayudan a reconstruir la vida de los romanos durante varios siglos, coetáneos a las pinturas encontradas en Pompeya, donde además recientemente se ha descubierto otra reliquia que data del siglo I, un mosaico del dios Apolo, de 16 metros de ancho por 10 de largo (8 de los cuales se encontraban bajo tierra), hallado en las Termas de Trajano.
El Coliseo romano, monumento más visitado del país, y tercero a nivel continental, fue declarado por la UNESCO Patrimonio de la Humanidad en el año 1980. El elevado crecimiento del turismo alrededor de esta obra arquitectónica colosal, que ha supuesto un aumento de unos 5 millones de personas al año, ha motivado al Gobierno italiano a priorizar su rehabilitación, ya que actualmente se encuentra en condiciones deplorables, pretendiendo invertir unos 30 millones de euros. Las obras aun no han comenzado, habiendo sido aplazadas en varias ocasiones por diferentes problemas legales.
El edificio ha empezado a inclinarse, apreciándose desniveles de hasta 40 centímetros algunas jornadas, como hiciera la Torre de Pisa, generando fisuras y deterioro de fragmentos de sus paredes, aunque uno de sus mayores agravantes es la contaminación de la ciudad.
Se ha proyectado aumentar la capacidad interior del anfiteatro, y se espera, dentro de 2 o 3 años, poder admirar esta obra en todo su esplendor.
