Índice
Arqueólogos descubrieron una nueva sala bautizada como Sala de la Esfinge en el Palacio de Nerón (también conocida como Domus Aurea del Emperador Nerón, o el Palacio Dorado), construido hace 2.000 años, y decorada con detallados frescos.
El equipo que trabajaba en la restauración del palacio situado bajo una colina junto al Coliseo se topó con una abertura que conducía a una habitación cubierta con representaciones de criaturas míticas, incluyendo centauros y el dios Pan.
La Sala de la Esfinge
Los arqueólogos han apodado la cámara como “Sala della Sfinge”, la Sala de la Esfinge, y expresaron que se trata de un descubrimiento significativo, aunque aún queda mucho trabajo de excavación para desenterrar completamente el lugar y sólo su bóveda es actualmente visible.
El hallazgo ofrece una visión de la “atmósfera de los años 60 del siglo I en Roma”, explicaron los arqueólogos.
Añadieron que “lo que se puede ver en la bóveda es muy visible y bastante bien conservado. Sobre un fondo blanco se pueden ver cuadrados de bordes rojos con líneas de color ocre, y bandas doradas salpicadas por una densa serie de elementos florales”.
Cada uno de esos cuadros muestran diferentes tipos de formas de animales, tanto reales como mitológicos, desde panteras hasta aves, centauros y una esfinge, mientras que otras muestran instrumentos musicales.
La Domus Aurea de Nerón
Construido entre los años 64 y 68, el inmenso complejo que sirvió como palacio del emperador Nerón, comprende edificios, jardines y un lago artificial.
Una vez que murió Nerón en el año 68, y sobre quien existe la leyenda negra de haber estado tocando la lira durante el gran incendio del año 64 que arrasó con gran parte del centro del Imperio Romano, y que sabemos por fuentes de la época que no fue así, sus sucesores intentaron destruir todo rastro de su gobierno.
Así, por ejemplo, el emperador Trajano cubrió de arena la Domus Aurea, y construyó baños sobre ella.
Parte del sitio fue descubierto por artistas del Renacimiento, entre ellos Rafael, y muchos de ellos lograron deslizarse con cuerdas sobre un agujero en el techo para contemplar los magníficos frescos que inspirarían sus propias obras.
