Encuentran las huellas de una araña prehistórica

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Noemí Álvarez
Madrileña o cántabra. Calculadora o impulsiva. Soñadora o realista. 23 años ó 12. Fútbol o tiendas. Periodismo veraz. Hay que conocer la historia en profundidad, es la única forma de no cometer los mismos errores del pasado

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Las huellas de una tarántula de hace 260 millones de años quedaron impresas en la arena de Arizona. La humedad de la arena ayudó a mantener las huellas del arácnido, al secarse la arena, las huellas se solidificaron. Durante miles de años se fue endureciendo para que, en 1968, la roca y las huellas fueran sacadas del desierto de Arizona y llevadas al Museo de Paleontología.

Aunque lo más probable es que se tratase de una araña, algunos creen que podría ser cualquier otro insecto. Resulta imposible hacer comparaciones porque no se tienen arañas fósiles de esas áreas, resultan demasiado blandas para que aguanten fosilizadas al paso del tiempo.

Descifrar las huellas dejadas por el organismo que fuese es trabajo de la disciplina conocida como icnología. La icnología mira las formas de las pistas, su distribución y otras señales para conocer más sobre los animales y el medio ambiente del momento en el que se produjeron las señales.

Cuando en 1968 se encontró el fósil, el paleontólogo Raymond Alf realizó algunas experimentaciones para conseguir determinar si las huellas de ocho patas  eran obra de una araña, de un escorpión o de otra cosa.

Veinte años después, la geóloga Christa Sadler rehízo el experimento. Creó una pista de arena de 4 metros con una pequeña colina en el centro. Roció agua sobre parte de la arena y mantuvo el resto seco y soltó tarántulas y escorpiones en la pista. Calculó y observó cómo grababan sus huellas en función del ángulo, la humedad y la velocidad.

Sus conclusiones fueron las mismas sobre el fósil: se trataba de una tarántula. No obstante aún hay mucho que aprender sobre las huellas de araña, sobre todo aquellas que pertenecen a arácnidos prehistóricos. Al ver a simple vista el fósil bien se podría pensar que se trata de una criatura con cuatro dedos en los pies, pero Anthony Martin, de la Universidad Emory, ve las huellas inconfundibles de una única criatura de ocho paras. “Las piernas a cada lado de la araña se están moviendo en diferentes momentos”, dice. “Este es un patrón muy típico con artrópodos terrestres”.

Respecto al tamaño de la araña, el ancho de las huellas da una idea general de cuán grande puso ser.  Sin embargo es difícil saber si la araña adoptó una postura amplia o se arrastró con sus patas. Por ahora sabemos que un arácnido de hace 260 millones de años vagó por Arizona.

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