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Encuentran una paloma mensajera de la Segunda Guerra en su chimenea

Esqueleto de la paloma mensajera encontrada en la chimenea
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En 1982, David Martin y su esposa Anne estaban renovando su chimenea del siglo XVII en su casa de Bletchingle, Surrey. La chimenea había estado sellada durante muchos años y los Martin querían restaurarla para que volviera a tener su antiguo esplendor.

Esqueleto de la paloma mensajera encontrada en la chimenea

Cuando comenzaron a renovar las líneas protectoras de asbesto, encontraron debajo de ellas otra chimenea de origen Victoriano. Entusiasmados por el hallazgo los Martin empezaron a limpiar a fondo la chimenea, que en todos esos años había sido un hogar perfecto para los pájaros, los cuales la había llenado de ramitas secas y diferentes materiales para sus nidos. Pero, al tirar todas esas ramas, unos huesos de pájaro aparecieron entre los restos, primero un esternón, después un cráneo, y luego una pata rodeada por un aro de aluminio.

Ese aro les hizo darse cuenta de que los huesos que estaban en el nido no eran los de un pájaro común, sino que aquel animal había sido adiestrado como un pájaro de carreras. Siguieron apartando restos y encontraron la segunda pata, la cual estaba enganchada a una capsula roja de plástico. El color rojo de la capsulaba indicaba que el pájaro había sido nada más y nada menos que una paloma mensajera de las fuerzas aliadas en la Segunda Guerra Mundial.

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«Me pregunto si será un mensaje secreto» susurró la señora Martin, ¡y quién lo iba a decir! cuando inspeccionando la cápsula finalmente encontraron un mensaje secreto en su interior. Era un documento cifrado, tenía 27 grupos de cinco letras y números, escritas en un papel fino del tamaño del papel de un cigarrillo.

Las únicas partes que eran legibles indicaban el número de copias enviadas (dos: la copia que trajo uno de los compañeros de la paloma) y el nombre del emisor, Sargento W. Stot.

Los Martin enseñaron el mensaje a uno de sus vecinos, el agente y comandante secreto Wilfred «Biffy» Dunderdale, un especialista en espionaje que trabajó con los Servicios Secretos de Inteligencia Británicos entre los años 1921 y 1959. Biffy era un empedernido entusiasta de las mujeres y los coches de carrera, y por aquella época llegó a ser el jefe de la estación de París SIS (más tarde conocida como MI6).

Fumaba la marca Balkan de cigarrillos en un una boquilla negra de ébano, y conducía un enorme y blindado Rolls-Royce por toda la ciudad. Ian Fleming, entonces un recluta novato de la Inteligencia Naval, conoció a Dunderdale en Paris en 1940. Después de la guerra ambos fueron miembros del mismo club, Boodle’s en St. James’s Street, donde Dunderdale brindaría a sus compañeros multitud de detalles sobre todas las historias en las que se había visto envuelto.

Su intensa personalidad y sus emocionantes aventuras, incluida la de los German Enigma, unos contrabandistas que codificaban máquinas desde Polonia hasta París en 1939, acabarían inspirando a Fleming para crear el personaje de ficción: Bond, James Bond.

Después de retirase de los Servicios, Biffy se mudó a Bletchingley, casualmente unas casas más abajo que los Martin.
El señor Martin recuerda que entonces: «Cuando le mostré el pájaro, la sangre desapareció de su rostro y nos aconsejó que desistiéramos en la búsqueda. Nunca dijo nada más al respecto«. Y durante todos esos años, Biffy no volvió a soltar ni una sola palabra que tuviera relación con ese extraño descubrimiento.

En 1982, Gran Bretaña estaba sumida en la Guerra de las Malvinas, por lo tanto, los británicos no estaban interesados en averiguar lo que una paloma mensajera había intentado comunicarles 40 años antes. Fue la comunidad colombófila, la Royal Pigeon Racing Association, aficionados a palomas mensajeras militares, los que se hicieron eco del caso y empezaron a aunar esfuerzos para lograr que el gobierno prestara atención a ese hallazgo.

Hace dos años, Bletchley Park, la sede de descodificadores durante la Segunda Guerra Mundial que actualmente es un museo, tomó interés por el mensaje secreto. Aunque todavía no han descifrado el código, si que han descubierto que el mensaje es algo especial. Durante la guerra, Bletchley Park tuvo un palomar (MI6) clasificado, pero ninguno de esos mensajes fueron enviados en código.

Colin Hill, conservador permanente de Bletchley Park en la exhibición de Palomas de la Guerra, comentó que todos los mensajes que transportaban las palomas, y que ellos mismos almacenan en sus archivos, estaban escritos a mano. Eso significa que este pájaro estaba llevando un mensaje más secreto que aquellos que los descodificadores han recopilado.

Además, debajo del mensaje codificado había dos líneas en las cuales se podían leer los códigos numéricos de dos pájaros. NURP 40TW194 es la paloma de mensajería militar que estaba enterrada en la chimenea de los Martin. NURP 37DK76 era su compañera, que portaba el mismo mensaje. Este hecho, subraya doblemente lo importante que debía ser este mensaje, ya que no se ha encontrado ninguna información sobre estos dos pájaros en los archivos históricos. Los mismos pájaros eran alto secreto para los aliados.

Bletchingley está a mitad de camino entre las playas de Normandía y el Bletchley Park, un sitio muy apropiado para que una agotada y heroica paloma decidiera tomarse un respiro en lo alto de una chimenea, y a la que el humo sorprendió haciendo que cayera dentro. El lugar también se encuentra a tan solo cinco milla del cuartel general de Field Marshal Montgomery en Reigate, Surrey, donde se planeó los desembarcos previstos en Normandía.

Dada la insistencia de Winston Churchill en que se produjera un apagón de radio completo para llevar a cabo las operaciones del Día- D, esta paloma bien podría haber estado cargando con un mensaje para el general que se encontraba en el frente de Normandía.

El Servicio Nacional de Palomas desplegó un total de 250.000 palomas mensajeras durante la Segunda Guerra mundial. 32 de éstas han recibido la Medalla Dickin, la mayor condecoración al valor que se le puede otorgar a un animal. Quizá 40TW194, logré post mortem, que se le reconozcan los servicios que prestó a su país, unos servicios que se cobraron con su vida.

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