2014 está siendo sin duda el año de los descubrimientos y los avances en investigación arqueológica y prehistórica. El pasado miércoles 29 un nuevo estudio publicado en la revista Nature analizaba las relaciones biológicas entre los seres humanos actuales, descendentes de los Homo sapiens, y la extinta especie de los Neandertales. Aunque las teorías más aceptadas descartan la existencia de filogenia demostrada entre ambas especies, los investigadores del Howard Hughes Medical Institute (HHMI) han investigado el aporte genético del Homo neanderthalensis en el sistema biológico del H. sapiens moderno.
Hace 300.000 años, el Homo sapiens emigró de África hacia Oriente Medio, y de ahí se expandió por todo el globo. En su recorrido, los encuentros con los neandertales fueron frecuentes, y con ello, también las relaciones mixtas entre las especies. Como afirma David Reich, director del proyecto, los descendientes mestizos dejaron un acervo genético en el ser humano de hoy en día. Con avanzadas técnicas de investigación del ADN y contrastando muestras genéticas de neandertales con las de humanos actuales de distintas etnias, han determinado que la presencia biológica neandertal es menos frecuente entre la población africana, pues las relaciones mestizas se dieron tras la emigración del sapiens fuera de África.
El equipo de Reich también ha concluido que esta reminiscencia genética es más frecuente entre la población del este de Asia que en la europea. Aunque este dato sólo confirmaba hipótesis y resultados previos, han querido ir más allá y han averiguado qué tipos de genes de origen neandertal son más habituales entre la población euroasiática presente. Según sus investigaciones, el contenido genético relacionado con el tono de la piel es uno de ellos, y de esta manera, la impronta neandertal en el sapiens habría servido para propiciar la adaptación del último a nuevos entornos y hábitats no africanos.
El estudio también señala que el cromosoma X tiene una carencia mayor de ADN neandertal. Este tipo de cromosoma, relacionado con la fertilidad y la reproducción humana, condiciona en estos términos la biología del hombre. Lo que los científicos llaman como esterilidad híbrida podría tener su origen precisamente en esas relaciones primitivas entre neandertales y sapiens. Si dos especies guardan una relación distanciada en su composición genética, el gen heredado del cromosoma X, encargado de las facultades de fertilidad, puede interactuar mal con los genes ajenos.
Por lo tanto, según sugiere Reich, los varones humanos modernos que heredaron un cromosoma X neandertal podrían haber sido incapaces de tener hijos. No es tan posible entre las mujeres, que cuentan con dos cromosomas X y, por tanto, con poco vestigio neandertal en su ADN.