Formas en las que el cambio climático afecta a los bosques

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Uno de los ecosistemas que se verán más afectados es el de los bosques, que cubren aproximadamente un tercio de la superficie terrestre del planeta y que son de extrema importancia para los humanos y la fauna. Los bosques purifican el aire y el agua, sirven de refugio para multitud de animales y nos proporcionan materias primas como madera o papel.

Enfermedades de los árboles forestales

Las enfermedades no suceden exclusivamente en los árboles localizados en el bosque, pero en ellos, dada la cercanía que hay entre las unidades, la existencia de una de ellas puede comprometer la supervivencia de una gran parte del bosque.

Mientras que algunas enfermedades afectan a especies concretas, otras pueden afectar a múltiples al mismo tiempo. Entre ellas hay hongos, plantas parásitas, nematodos, bacterias o virus.

En general, unas condiciones que faciliten el estrés de los árboles (por ejemplo, déficit de humedad o temperaturas inusualmente altas o bajas) son la causa más común para desarrollar una enfermedad, si bien estos factores abióticos suelen causar enfermedades no infecciosas.

No obstante, hay que tener en cuenta que estos cambios en el ambiente pueden agravar dichas enfermedades y en función de la dirección que tome el cambio climático se verán unos u otros efectos. Por ello es importante atajar el problema del cambio climático, para prevenir las enfermedades de los árboles forestales en la medida de lo posible.

Cuando se habla de cambio climático no necesariamente se refiere a un aumento o descenso permanente de la temperatura, también es importante tener en cuenta cambios en el patrón de las estaciones.

Algunas enfermedades que están directamente relacionadas con el cambio climático son la podredumbre de la raíz causada por Phytophthora, un patógeno que habitualmente está en zonas templadas y subtropicales pero que ya ha sido visto en Centroeuropa, o la muerte súbita del roble o tizón del ramorum, donde el patógeno Phytophthora ramorum causa una muerte rápida del árbol destruyendo la copa y provocando lesiones en el tallo.

Incendios forestales

El aumento de las temperaturas en zonas anteriormente templadas y algunos cambios en el uso de la tierra por parte de la humanidad tienen como consecuencia un aumento de los incendios forestales, situación que se mantendrá durante las próximas décadas y que, más allá de la propia pérdida de los árboles y los recursos que podemos extraer de ellos, también provoca problemas de salud en las comunidades cercanas debido a los picos inusualmente altos de contaminación por humo.

Desafortunadamente, se trata de un ciclo de empeoramiento, pues sequías y temperaturas altas provocan más incendios y estos liberan grandes cantidades de carbono que favorecen el aumento de la temperatura.

Este aumento de los incendios forestales se produce en zonas como el este de Australia o el oeste de EE.UU., pero también en zonas “inusuales” como el norte de Siberia o en el Ártico.

En lo que respecta a Latinoamérica, la generalizada deforestación de las selvas tropicales y la pobre gestión en materia de incendios forestales ha hecho que en los últimos años hayan sufrido varios y muy desastrosos. La mayoría de esos incendios se produjeron en Bolivia, Brasil, Colombia y Perú, en áreas protegidas con especies únicas de vegetación.

Sequías severas

Se considera sequía a un periodo en el que la humedad del suelo se reduce de forma significativa, como consecuencia de la ausencia de lluvia o riego.

El cambio climático que sufrimos en la actualidad, impulsado principalmente por las emisiones de gases de efecto invernadero, desempeña un papel muy importante en la creciente cantidad y gravedad de las sequías.

Por un lado, el cambio climático trae consigo un aumento de las temperaturas, lo que aumenta la evaporación del agua y la sequedad del suelo y la vegetación.

Por otro lado, altera los patrones climáticos, haciendo que tormentas como los monzones del sudeste asiático se desvíen su trayectoria y, por último, favorece la reducción del volumen de nieve y hielo, favoreciendo también un deshielo más temprano y rápido que reduce el suministro de agua en muchas regiones del mundo. 

Estas sequías hacen que los árboles pierdan agua más rápido de lo normal, además cierran sus estomas y deja de entrar dióxido de carbono, haciendo que mueran por inanición de carbono.

Monitorización por satélite para la gestión forestal

La monitorización de los bosques proporciona información fundamental de forma consistente tanto a los responsables de tomar decisiones como a cualquier profesional sobre el terreno.

Por un lado, obtener un mapa preciso del bosque y cómo luce la cobertura vegetal sirven para planificar la explotación de la tierra manteniendo una gestión sostenible y; por otro lado, puede ayudar a mitigar el daño causado por incendios forestales o descubrir la existencia de tala ilegal.

Para ayudar a esta tarea, EOSDA lanzó una herramienta en línea basada en datos de satélite enfocada a la silvicultura y la gestión de las masas forestales, EOS Forest Monitoring.

Con EOS Forest Monitoring, los usuarios pueden, entre otras funciones, monitorizar la cubierta vegetal para descubrir posible deforestación y detectar cambios en la masa forestal, detectar de forma temprana incendios forestales, monitorizar el contenido de humedad de las plantas o conocer el tiempo con una previsión meteorológica local para los próximos 14 días.

Por el momento, las imágenes están proporcionadas por el satélite Sentinel-2, pero EOSDA tiene previsto lanzar su propia constelación de satélites para 2025 que se encargará de proporcionar toda la información que los usuarios necesitan sobre sus masas forestales.

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