Hallan pruebas de contrabando en un barco romano del siglo III

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Víctor Muñoz Fernández
Apasionado por la Historia, es licenciado en Periodismo y Comunicación Audiovisual. Desde pequeño le encantaba la Historia y acabó por explorar sobre todo los siglos XVIII, XIX y XX.

Un equipo de arqueólogos italianos ha encontrado pruebas de actividad contrabandista en los restos de un barco romano. El naufragio data del siglo III pero no ha sido hasta hace seis meses cuando el barco pudo ser recuperado desde una profundidad de dos metros cerca de la costa de Marausa Lido, un resort playero cerca de Tripani (Italia). El buque de carga naufragó frente al intentar acceder al río Birgi, hundiéndose con él todo lo que llevaba procedente del norte de África.

Barco romano del siglo III que contenía objetos de contrabando del norte de África

En los registros oficiales, su carga consistía de jarrones surtidos llenos de nueces, higos, aceitunas, vino, aceite y salsa de pescado. Pero los historiadores han descubierto ahora que, además de todo eso, también contenía gran cantidad de inusuales piezas de barro cocido en forma cilíndrica. Según los expertos, esos tubos eran especialmente valiosos para los marineros, ya que lo llevaban de contrabando desde el norte de África a Roma, donde lo vendían por altos precios.

Son pequeños tubos de terracota con un extremo puntiagudo que, puesto sobre otro tubo, forma una línea serpenteante”, afirma el superintendente de la Oficina Marítima de Sicilia, Sebastiano Tusa. También destaca la importancia que tenían estas piezas arquitectónicas a la hora de construir las bóvedas en los edificios. “Era una actividad de contrabando tolerada de cierta forma, usada por los marineros para redondear sus pobres salarios”, comenta Tusa. En el norte de África, los tubos de bóvedas costaban una cuarta parte de lo que pagaban los constructores en Roma por ello. Esto suponía unos ingresos adicionales para los marineros.

Uno de los expertos más relevantes de la arquitectura romana y profesor de Estudios Clásicos de la Universidad de Melbourne, Frank Sear, sostiene que las bóvedas con esos tubos de barro cocido, eran comunes en África en el siglo II. También matiza: “Las piezas eran muy frecuentemente importadas a Sicilia y aparecían en muchos sitios, como Syracuse, Catania, Marsala y Motya. Hay buenos ejemplos de ellas en los baños de la villa romana en Piazza Armerina”.

Lo sorprendente es que, tras los siglos que han transcurrido desde el hundimiento, el cargamento de contrabando que se ha recuperado, así como los jarrones y los cuencos de cerámica, estaban en perfectas condiciones. El antiguo buque de carga estaba completamente cubierto por una capa de arcilla y de hierba marina. Esto ha hecho las veces de abrigo natural y ha preservado la mayor parte de la estructura de madera del barco.

En total, han recuperado más de 700 piezas de madera y tanto la parte izquierda como la derecha del casco están prácticamente intactas. Las autoridades italianas piensan que, “una vez que se reconstruya”, será “el barco romano más completo” que hayan encontrado hasta la fecha. En este momento está bajo restauración en un laboratorio especializado en Salerno. Se espera que el buque sea expuesto en el museo local dentro de dos años.

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