“Estudiamos 151 tumbas que contenían las cenizas de los difuntos incinerados cuyos descendientes no escatimaron en regalos de cerámica para lo que ellos llamaban “el último viaje. Además, contamos con más de un millar de recipientes que contienen las cenizas de otros tantos individuos” dijo, Marcin Krzepkowski, jefe de investigación de los restos cremados que generalmente estaban colocados en urnas.
Una práctica común que se observa en el cementerio estudiado es que se cubrían las urnas con cuencos, poniendo algunas de ellas boca abajo.
“Entre las miles de vasijas que hemos descubierto hay ejemplos de ricas ornamentas para el último viaje, el fallecido también recibía objetos de bronce, entre ellas 10 pines o sus fragmentos, una hoz y una navaja”, explicó Krzepkowski.
Toman especial relevancia las tumbas de los niños más pequeños, en las cuales hay vasijas en miniatura y sonajas de barro. En una de las tumbas que contienen los restos de un niño, los arqueólogos han encontraron una cuchara con un mango terminado en una cabeza estilizada de un pájaro, en otro un tazón ricamente decorado con una figura con forma también de ave en su interior.
“Un descubrimiento único en esta parte de Polonia es un pequeño objeto de arcilla rectangular, asociado con el culto a la tierra y el hogar, el llamado ídolo lunar. Estos objetos se encuentran generalmente en los cementerios de Silesia, en su mayoría del área de Breslavia”, añadió el arqueólogo.
Los científicos se refieren a la Comunidad como la cultura lusaciana, que vivió en la cuenca de los ríos Vístula y Oder, así como en la actual Sajonia, Brandemburgo, el norte de la República Checa y Lusacia.
Estas personas eran principalmente agricultores, de importancia secundaria que criaban ganado vacuno, cerdos y cabras. Las áreas ocupadas por la cultura lusaciana también se conocen por los tesoros de bronce que alberga, incluyendo adornos y herramientas (principalmente hachas y hoces).
