En la calzada construida durante el asedio de Jerusalén en 1948 (no confundir con la carretera que conecta Birmania y China), en la que ha aparecido durante la construcción de un oleoducto un antiguo asentamiento perteneciente a la época del Segundo Templo, del siglo III a.C, que fue ocupado durante dos siglos.
La empresa de Gas Natural de Israel fue la promotora del proyecto de construcción de una tubería de 35km, desde la costa hasta la periferia de la capital. La Autoridad de Antigüedades de Israel ha pedido la revisión del proyecto, a tenor del descubrimiento, para poder preservar el sitio.
El yacimiento ocupa unos 750 kilómetros cuadrados de poblado rural, formado por unas cinco viviendas y callejuelas estrechas. Las casas constan de diferentes habitaciones y un patio de luces y se cree que en cada una habría habitado una unidad familiar. Está situado próximo a terreno cultivable, en el que se habrían cultivado huertos de árboles frutales y viñedos, como en la actualidad.
La datación en el siglo III a.C. lo sitúa en el período de dominio helenístico (dinastía Seléucida, descendientes de Alejandro Magno), en la etapa del Segundo Templo, en el que la religión judía sufrió muchas alteraciones, como la incipiente creación de sinagogas y el desarrollo de numerosas ortodoxias, a razón de la gran cantidad de influencias extranjeras, como la griega.
El asentamiento estuvo ocupado durante dos siglos, hasta el final de la dinastía Asmonea, momento en el que, como explica el arqueólogo dr. Yuval Baruch, el abandono de este tipo de emplazamientos rurales era frecuente. Con el fin de los asmoneos y la llegada al trono de Herodes el Grande y su programa de urbanismo en Jerusalén, hubo un gran éxodo del campo a la ciudad para trabajar en las obras, por lo que en el antiguo territorio de Judea es frecuente encontrarse con esta clase de granjas y pueblos abandonados.
Pero no sólo es importante el sitio en sí, sino la gran variedad de material arqueológico de él extraído, de muy diversas épocas dado que estuvo poblado durante unos 200 años, como moliendas de basalto y caliza, herramientas domésticas para moler, utensilios de cocina, jarras y vasijas para el agua y el aceite, lámparas e incluso sesenta monedas pertenecientes al reinado seleúcida de Antíoco III ( 223 – 187 a.C.) y del asmoneo Alejandro Janneo (103 a.C. – 76 a.C.).