Identifican los restos óseos de matriarca de los Sáinz-Trápaga, influyente estirpe de Tamaulipas

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A finales de julio de 2019, un equipo interdisciplinario de la representación del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) en Tamaulipas se movilizó al ejido Nueva Apolonia, a 60 km de Ciudad Mante, para atender la denuncia de un saqueo a la vieja capilla familiar de los Sáinz-Trápaga Zalvidea, uno de los inmuebles que quedan en pie de la Ex Hacienda El Naranjo, más conocida como “El Castillo de Nueva Apolonia”.

Las investigaciones y análisis derivados del rescate arqueológico, que involucraron al arquitecto Luis Velázquez Correa, los arqueólogos Carlos Vanueth Pérez Silva y David Camacho Padilla, así como al antropólogo físico Jesús Ernesto Velasco González, reviven la historia de esta estirpe, cuya influencia no se limita a la vida económica, social y cultural de Tamaulipas y San Luis Potosí, en el cambio del siglo XIX al XX, sino en los estudios históricos de la Huasteca.

El investigador del Centro INAH Tamaulipas, Jesús Velasco González, recuerda que cuando arribaron al pequeño inmueble religioso en compañía de autoridades ejidales y municipales, fue lamentable observar la destrucción “del último viso de arte funerario en nuestro estado, que emulaba una de las más solemnes prácticas del medievo europeo”.

La escena indicaba el reciente saqueo de un mausoleo dispuesto al oeste del altar. La efigie que lo embellecía fue vandalizada y la cripta abierta con el fin de sustraer el menaje funerario –del que solo quedó un crucifijo de metal y despojos de un relicario—, y los restos óseos de su interior abandonados en una de las paredes al fondo de la sacristía.

Entre escombros y fragmentos de la escultura, se registró un pozo de saqueo de 1.70 m en su eje mayor por 68 cm en su eje menor, y 70 cm de profundidad.

Ahí se hallaba una urna metálica de forma rectangular que contenía elementos óseos en relativo buen estado de conservación. A simple vista, los expertos pudieron distinguir la presencia de un cráneo y una serie de huesos largos.

Mediante cribado, fue posible recuperar los restos óseos removidos, incluso los más pequeños como vértebras, costillas y falanges. Estos materiales fueron embalados y etiquetados conforme su identificación anatómica, para trasladarlos al Laboratorio de Osteología del Centro INAH Tamaulipas donde, tras un par de meses, su examen fue revelando una interesante historia.

En su análisis morfoscópico, el antropólogo físico pudo determinar que el material óseo corresponde a un individuo adulto mayor, del sexo femenino: “El esqueleto está semicompleto y hay algunos elementos alterados debido a procesos post mortem, por ejemplo, la presencia de óxido y erosión en los huesos es producto del contacto directo con el metal de la urna y la humedad del sedimento”.

Se trata de un entierro secundario, es decir, fue removido de su posición y lugar originales por los descendientes, a fin de integrarlo a la capilla familiar, como sostiene una inscripción en cantera rosa a la entrada del recinto: 

“DÑA JOAQUINA SAINZ TRÁPAGA DE MEADE DEDICA ESTE PANTEÓN PARA DEPOSITAR EN ÉL LOS RESTOS DE SUS MAYORES Y PERSONAS DE SU FAMILIA. A. M. D. G. FEBRERO II DE 1905”.

La incógnita a despejar era a qué personaje de ese árbol genealógico correspondía la osamenta: “A reserva de un análisis forense más profundo, que lograse determinar rasgos particulares para sus identificación precisa y formalizada, las condiciones de vida y salud de este individuo son consistentes con una persona que padecía procesos degenerativos propios del paso de la edad, como artritis reumatoide, e intensa actividad física.

“Lo anterior se sostiene por el diagnóstico diferencial de artrosis sistemática observada en distintas articulaciones y zonas de inserción músculo-esquelética. En ese sentido, el promedio de edad sugerido desde la perspectiva multifactorial empleada, indica que se trata de una mujer de entre 70 y 80 años”, precisó el experto de la Sección de Antropología Física del Centro INAH Tamaulipas.

Misterio revelado

Con dichos datos puntuales, y siguiendo la línea parental de los Sáinz-Trápaga, estos apuntaban a un solo personaje: Modesta Delfina Zalvidea Castillo de Sáinz-Trápaga, madre de doña Joaquina Sáinz-Trápaga de Meade.

De la escasa información recuperada sobre ella, se sabe que nació el 15 de junio de 1846, en Tampico, Tamaulipas, en el seno de una familia formada por el vasco José Ramón Zalvidea de Zuazo y la mexicana Juana Castillo Hernández.

A los 24 años contrajo nupcias con el comerciante e industrial de origen cantábrico Ángel Sáinz-Trápaga Gutiérrez de la Garmilla, con quien procreó tres hijos. Doña Delfina fallecería el 10 de febrero de 1917, a los 70 años, edad consistente con los resultados del análisis osteológico elaborado por Ernesto Velasco.

Los terrenos de la Ex Hacienda El Naranjo fueron adquiridos por don Ángel Sáinz-Trápaga para su hija Joaquina, en la segunda mitad del siglo XIX.

De acuerdo con su nieto, el historiador Joaquín Meade, pionero en el estudio y autor de obras fundamentales sobre la Huasteca, la finca contaba con 55 mil hectáreas y tuvo huéspedes distinguidos como el aviador Charles Lindbergh, la estrella de Hollywood, Gary Cooper, y Porfirio Díaz.

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