La comida y la bebida en Pompeya y Herculano, en el British Museum

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Virginia Musat Lain
Casi graduada en Publicidad y RRPP. Empezó a gustarme la historia en 2º de Bachillerato gracias a un profesor muy bueno que nos hizo ver que tenemos que conocer nuestro pasado para saber hacia dónde nos lleva el futuro. Desde entonces no he tenido oportunidad de indagar más en todo lo que nuestra historia nos ofrece, pero ahora puedo retomar esa inquietud y compartirla con vosotros.

Ciudades diferentes tienen ideas diferentes sobre el mejor tipo de pan. Para París, es la baguette. Para Moscú, una pesada bola de centeno. Sin embargo, para las ciudades de Herculano y Pompeya es el pan de harina blanco redondo hecho con el grano de las fértiles tierras de Campania.

La vida en Pompeya a través de su comida y bebida
La vida en Pompeya a través de su comida y bebida

A pesar de todo el tiempo que ha pasado, la comida de Pompeya parece llena de vida. Sabemos que los antiguos comían habas, aceitunas, duraznos, dátiles, almendras, cerezas agrias, manzanas silvestres, peras y nueces. Sin embargo, también hay evidencias de que eran grandes amantes del pescado gracias a un mosaico encontrado en Pompeya con una amplia variedad de pulpos, calamares, langostas, camarones, anguilas, lubinas, salmonetes, cazones, rayas y una especie de caracol. Además, los pompeyanos eran muy aficionados a una salsa de pescado salado llamado garum, similar a la salsa de pescado tailandesa, por la que Pompeya era especialmente famosa.

Aparte de los ingredientes, el equipo también es muy significativo. Mucha de la comida se hacía en barbacoas portátiles de terracota, donde las casas acomodadas tenían placas de piedra para cocinar (similar a nuestras placas) con el calor generado por un fuego de carbón.

Por otro lado, algunos frescos representan fielmente el tipo de cultura gastronómica que tenían los antiguos pompeyanos, y si hay algo que está claro es que sabían divertirse en la mesa. Una pintura de una cena privada muestra una pareja sentada en un sofá, ambos desnudos de cintura para arriba y cubiertos por ricas telas en la parte de abajo.

Otro fresco muestra una gran fiesta de hombres sentados en el sofá bebiendo vino. Uno de los invitados se tambalea y derrama el vino sobre sus pies mientras un esclavo le sostiene. Sin duda no todas las cenas eran tan suntuosas y decadentes como esta, pero cenar de esta manera era un privilegio reservado para los ricos. Para los pompeyanos más pobres lo habitual era tomar una comida rápida, ya que las viviendas más humildes carecían de chimenea y cocinar en casa tenía sus limitaciones.

Pero, ¿estaba bien nutrida la población de Pompeya? Según el análisis de los 139 esqueletos de Herculano, un tercio de la población estaba anémica. Los más pobres apenas comían carne dejando sus huesos con falta de zinc. Además, esqueletos de todo tipo muestran signos de envenenamiento por plomo, seguramente debido a que el vino de la tierra se dosificó con este material para mantenerlo mejor. Sin embargo, sus dientes y huesos fuertes indican que las personas estaban mejor alimentadas que la población equivalente al Nápoles moderno. Todas esas frutas, frutos secos, pescado y aceite de oliva realmente sirvieron para algo.

La pena es que este tipo de vida se truncó repentinamente. La suya era una cultura más honesta que la nuestra, que reconoce que la muerte es la contrapartida de una buena fiesta. Con el mensaje “memento mori” (recuerda que debes morir) al inicio de cada festín, sabían que cada banquete tenía que llegar a su fin.

Esto es lo que nos quiere mostrar el British Museum con su nueva exposición “Life and Death in Pompeii and Herculaneum” (Vida y muerte en Pompeya y Herculano), que podrá verse desde el 28 de marzo hasta el 29 de septiembre.

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