La imagen más antigua del mundo de la Virgen, que data del siglo III, se conserva en Roma a 20 metros bajo tierra en uno de los cubículos de las catacumbas de Priscilla, en la antigua basílica de San Silvestro, en la Via Salaria, en el complejo Villa Ada.
Esta imagen es casi desconocida para el público en general pese a su excepcional importancia y en la que los historiadores y arqueólogos concuerdan en considerarla la efigie de la Virgen más antigua.
“En ninguna otra parte del planeta hay testimonios tan extraordinarios y directos de la Virgen y el Niño”, explica el cardenal Gianfranco Ravasi.
La nueva iluminación que se ha llevado a cabo en esta catacumba ahora logra hacer brillar este pequeño fresco, casi oculto en el techo de un nicho que albergaba una tumba venerada, probablemente de un mártir.
El estuco se ha conservado hasta nosotros y muestra a una Madonna sentada con el Niño de rodillas y junto a ella el profeta Balaam apuntando a una estrella.
«La datación de la pintura se remonta al siglo III, por lo que se cree que esta pintura, después de la Adoración de los Magos en la Capilla griega, representa a la Virgen y al hijo mayor Jesús que recibimos«, explicaron fuentes del Vaticano.
Las catacumbas se encuentran justo debajo de lo que fue el altar de la basílica de San Silvestre, nombrada así por el nombre del papa Silvestre, quien reinó durante 21 años, pero cuya imagen quedó oculta por la del Emperador Constantino.
Silvestre fue declarado santo y su cuerpo, según la tradición, fue trasladado hacia este lugar.
Pasaron siglos antes de que esta catacumba saliera a la luz de nuevo en su esplendor teológico y artístico.
Me parece que no existe ninguna evidencia que el fresco encontrado sea de una virgen religiosa; sólo se confima a una mujer amamantando un niño. Me parece un oportunismo del engaño.