La peste negra, causada por la bacteria Yersinia pestis, se extendió por Europa, Oriente Medio y el norte de África entre 1346 y 1350 y provocó la muerte de entre el 30% y el 50% de la población de la época.
En los brotes de los 400 años siguientes, las tasas de mortalidad disminuyeron.
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Ello pudo deberse a una adaptación genética humana a la bacteria, tal y como apuntan los autores de un estudio publicado esta semana en Nature.
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