Lima sagrado: la caída de los huacas preincas en la ciudad

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María Santiago
Licenciada en Periodismo y Comunicación Audiovisual, desde pequeña me he sentido atraída por el mundo de la información y la producción audiovisual. Pasión por informar y ser informada de cuanto acontece en cada rincón del planeta. Asimismo, gusto por formar parte en la creación de un producto audiovisual que posteriormente entretendrá o informará a la gente. Entre mis intereses se encuentran el cine, la fotografía, el medio ambiente y, ante todo, la historia. Considero fundamental conocer el origen de la cosas para saber de dónde venimos y hacia dónde vamos. Interés especial en curiosidades, misterios y sucesos anecdóticos de nuestra historia.

En la esquina de una calle, bajo un vertedero de basura en una obra, los yacimientos arqueológicos preincas abundan en Lima, donde las ruinas de cientos de palacios sagrados, o ‘huacas’, están a merced del crecimiento urbano y la indiferencia del público.

En medio del distrito residencial Miraflores, uno de los mejores restaurantes de Lima abre en la terraza de una antigua pirámide, ofreciendo buena comida en un lugar de 1500 años de antigüedad bañado con luz artificial.

Huaca en un barrio residencial de Lima

Huaca Pucllana, la estrella arqueológica de la ciudad, ha sido preservada de forma impecable gracias a un acuerdo con el restaurante, pero la rara iniciativa público-privada es una excepción a la regla.

A unos tres kilómetros, en el densamente poblado barrio de Chorillos, una señal marca la existencia de una “zona arqueológica intangible”. Su base está llena de basura. Un pequeño santuario católico se sitúa en medio del huaca, construido “gracias al patronato” del alcalde local, como dicen algunas señales.

No hay un registro que haga un seguimiento de los huacas (que procede de la palabra quechua ‘wak’a’ que significa lugar sagrado), pero los arqueólogos dicen que más de 300 de estas estructuras de adobe están distribuidas por la ciudad, que tiene nueve millones de habitantes.

La mayoría de los huacas son oficialmente el patrimonio culturan de la nación, pero el área alrededor de ellos no se puede tocar ni delinear”, se lamenta Cristian Vizconde, un arqueólogo que lidera el proyecto en el mayor yacimiento al norte de Perú. “Esta omisión permite a los desarrolladores y ocupantes ilegales invadirlos o a los alcaldes para construir parques o campos de golf en ellos”, dice.  Y donde los huacas no han sido designados como patrimonio cultural, “han desaparecido virtualmente”, dice.

Por un lado, no hay nada nuevo: Lima se está expandiendo debido a su creciente economía, pavimentando sobre los cimientos antiguos con un no parar de la construcción, tal y como siempre lo ha hecho.

El arqueólogo Elías Mujica recuerda que el palacio presidencial en la Plaza de Armas, o su predecesor construido por Francisco Pizarro tras la fundación de Lima en 1536, se erigió en lo alto del palacio Taulichusco, la sede del gobierno de la ciudad en época precolombina.

El ayuntamiento de la ciudad colonial se construyó en 1549 en otro lugar sagrado, el huaca Cabildo, y un templo dedicado al dios Puma Inti estuvo una vez donde se encuentra la catedral.

El resto de huacas “en su mayor parte no están protegidos, que es la razón por la que han sido invadidos por familias sin hogar o se han convertido en vertederos o refugio de delincuentes”, dice Luis Caceres, director de arqueología del Ministerio de Cultura.

Restos de un huaca

Hay excepciones notables como los huacas Pucllana o Huallamarca, una vasta pirámide del siglo II que hoy en día está rodeado por un parque y un museo. Pero la mayoría de los huacas de Lima se enfrentan a un futuro incierto debido a la falta de financiación para proyectos de conservación, dice Caceres.

El estado no puede ser responsable de todo. Pensamos que tenemos que trabajar de forma más cercana con la población local” para la preservación de los huacas, dice Jorge Silva, un arqueólogo de la Universidad de San Marcos.

Una iniciativa lanzada en 2010 para hacer una gran atracción turística de 10 de las huacas de Lima no ha logrado despegar hasta el momento. Por ahora, una campaña ‘salva un huaca’ que busca obtener apoyo del sector privado para la protección de los sitios amenazados ofrece la mejor esperanza para su conservación.

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