Los investigadores resuelven el misterio de la ubicación de Palmira

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Víctor Muñoz Fernández
Apasionado por la Historia, es licenciado en Periodismo y Comunicación Audiovisual. Desde pequeño le encantaba la Historia y acabó por explorar sobre todo los siglos XVIII, XIX y XX.

En la antigüedad, Palmira fue el punto más importante a lo largo de la ruta comercial que unía el este y el oeste, alcanzando una población de cerca de 100.000 habitantes. No obstante, siempre ha habido un misterio respecto a su ubicación, ya que era muy extraño encontrar una urbe de tal magnitud en pleno desierto en aquellos tiempos. Un equipo de investigadores noruegos y sirios ha encontrado respuestas a este enigma y ha dado por concluido el debate sobre su situación geográfica.

Investigadores revelaron el misterio de la antigua ciudad de Palmira

El proyecto, dirigido por el profesor de la Universidad de Bergen, Jørgen Christian Meyer, ha utilizado un método innovador para resolver el misterio de Palmira. En lugar de examinar la propia ciudad, estudiaron una enorme extensión de tierra justo al norte. Junto con sus colegas sirios del Museo Palmira y con la ayuda de las fotos de satélites, pudieron catalogar un gran número de restos antiguos. El equipo localizó una serie de pueblos olvidados pertenecientes a la época romana. Pero lo que finalmente resolvió el enigma de Palmira fue el descubrimiento de los depósitos de agua que estos pueblos utilizaron.

El profesor Meyer y sus colegas se dieron cuenta de que lo que estaban estudiando en realidad no era un desierto, sino más bien una estepa árida con bases subterráneas que evitaban que la lluvia penetrase en el suelo. El agua de lluvia se acumulaba en forma de arroyos y ríos intermitentes llamados “wadi” por los árabes.

Según los historiadores, los residentes de la antigua Palmira y los pueblos cercanos recogían el agua de la lluvia mediante presas y cisternas, lo que permitía que se la repartiesen y que hubiera alimentos en la ciudad. Las tribus beduinas también cooperaban con la ciudad, ya que conducían sus rebaños de cabras y de ovejas a las tierras de los agricultores de la zona para que pastasen durante la temporada de calor. De esta forma, fertilizaban los campos para la siguiente estación.

La ubicación de la antigua Palmira también se debía a motivos políticos. Era un importante asentamiento en el que se unían rutas que iban del este al oeste, incluyendo las rutas comerciales a lo largo del río Éufrates. Sin embargo, la ciudad no estaba bajo control romano ni persa, sino a cargo de señores y caciques locales que exigían altos peajes a aquellos que utilizasen las rutas comerciales.

El profesor Meyer comenta que los comerciantes de Palmira se aprovecharon de la situación única de la ciudad y construyeron una red global de comercio que explicaría la elevada prosperidad de la urbe. Las tácticas de extorsión empleadas se tradujeron en una gran oportunidad para los habitantes de la localidad, quienes unieron sus fuerzas con los beduinos para proporcionar seguridad, bestias de carga y guías a través del desierto.

El investigador también hace referencia a los problemas actuales con los regadíos en los desiertos: “De vez en cuando, una enorme cantidad de lluvia cae en el desierto. Cualquiera puede ver lo verde que se pone el desierto después de la lluvia. Los palmirianos debieron haberse dado cuenta del potencial de este tipo de terreno que cubre grandes áreas de nuestro planeta”.

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